"Luchar en la clandestinidad genera mucha angustia"

Publicat el 07 de setembre de 2018 a les 21:56
Nacida en Terrassa (1950), Magda Farrés Buisan tomó conciencia de la lucha política y social hacia el año 1967. Militó de forma activa en el PSUC y Brigadas Rojas y abandonó su implicación hacia 1980. Valora el papel de la mujer en su tiempo y lamenta que fuera eclipsado por el hombre. Anima a las mujeres a seguir reivindicativas porque todavía hay muchos escollos por salvar y terrenos por conquistar.

¿Cuándo entra en contacto con los movimientos políticos de izquierda?
Fue en 1967 a raíz de la "manifestación de las piedras" en Terrassa en la que un hermano, que entonces tenía 14 años, recibió una fuerte paliza. Dejé los estudios preuniversitarios que estaba realizando y entré a formar parte del PSUC y después de Brigadas Rojas.

¿Cómo recuerda aquella experiencia?
Con un sabor agridulce. Por un lado, militar en la clandestinidad cuando la mayoría de acciones eran ilegales, comportaba vivir en un cierto estado de alerta y angustia. De otro, estabas satisfecha porque tenías el pleno convencimiento de contribuir al objetivo de lograr una sociedad más libre, solidaria, justa y en paz.

¿Cree que la mujer activista estaba suficiente valorada en aquella época?
En general, la mujer, militara o no, era la compañera del militante, no se le otorgaban responsabilidades; su voz se oía y se escuchaba poco. Las mujeres eran objeto de muchas discriminaciones, propias de una sociedad patriarcal y machista, y quedaban invisibles y en el anonimato.

¿Cuándo abandonó la militancia?
Dejé la militancia en 1980, después de hacer dos reflexiones. Una, en Brigadas Rojas éramos de tendencia maoísta. Yo estaba inmersa en esta ideología pero no compartía prácticamente nada con los demás. Cuando me enteré de lo que había pasado en la China de Mao, me cayó el "velo de verdades". Creí que para hacer una sociedad mejor era necesario llegar a acuerdos para cambiar las cosas y dejar de lado los debates ideológicos. Y la segunda reflexión es que aquello que predicábamos no lo cumplíamos en nuestra vida cotidiana, así que era necesario cuestionarnos y cambiar a nivel personal.

¿No ha tenido tentaciones de involucrarse más?
No, no quiero militar en ningún movimiento ni partido. Otra cosa es que participe en algún movimiento como es el Casal de la Dona y también, últimamente, en el Parlament Ciutadà de Terrassa, un foro ciudadano que es muy interesante y que puede hacer cosas para mejorar. Hace poco que me he incorporado a este parlamento a través de la comisión Espacio de Derechos.

¿Cuál es su opinión sobre el papel de la mujer en la actualidad?
La mujer se ha ido empoderando y visibilizándose en mucho ámbitos. Recordemos las movilizaciones del último 8 de marzo de este año y otras. Al mismo tiempo, muchas mujeres aún siguen siendo víctimas de la violencia de género, hasta llegar a la muerte en algunos casos. No es una cuestión de leyes a pesar de que se han hecho pero hay deficiencias y no se cumplen. Una cosa tan elemental como igual trabajo igual salario es lejos de la realidad. Veremos si la paridad, existente en el nuevo Gobierno español de Pedro Sánchez, es una cuestión de maquillaje o no.