Poco imaginaba el dibujante terrassense Miki Montlló (Castellar del Vallès, 1984, terrassense desde los 14 años), el pasado año, cuando fue premiado por el Saló del Còmic de Barcelona como autor revelación, que la exposición que como tal desarrollaría en la próxima edición iba a ser motivo de polémica, y algunas de sus obras, retiradas durante unas horas. (La dirección del Saló sí decidió retirar definitivamente obras de otro autor, Victor Puchalski.) El tema ha generado encendidos debates en los medios de comunicación y las redes sociales, y numerosas expresiones de solidaridad y apoyo a los artistas aparentemente censurados.
Quejas por los pelos púbicos
"El jueves fui al Saló del Còmic para la inauguración de la exposición. Ya estaba montada y, excepto algún detalle técnico menor, quedé muy contento con el resultado", comienza Miki Montlló la explicación de los hechos a este diario, desde Irlanda, donde se encuentra en la actualidad. Pero al día siguiente, viernes, a las diez de la mañana, el comisario de su exposición, le llamó para decirle que tres de sus obras habían sido retiradas. ¿El motivo? "'Un 'grupo de gente' se había quejado porque había 'pelos púbicos'. Yo lo entendí literalmente, y pensé que quizá a alguien le habían gustado mucho mis dibujos, quizá demasiado. Hasta que entendí lo que quería decir, y aún me pareció más extraño: que en las obras había pelo público dibujado. Pensé, claro, son gente desnuda'."Le dijeron que al día siguiente las subsituirían por otras obras suyas.
A Montlló le costaba de creer que unos dibujos "sin ningún contenido sexual ni ánimo de provocar hubieran podido molestar a nadie, y dudaba (y sigo dudando) que la queja viniera del ayuntamiento de Barcelona. Sospeché que debería haber sido alguien con cierta influencia; si no, no me explico que se descolgaran ipso facto".
El dibujante se decidió a difundir el hecho a través de las redes sociales "y rápidamente toda la gente del mundo del cómic y la ilustración comenzó a preguntar y dar muestras de indignación y apoyo".
A las seis de la tarde, Montlló se personó en el Saló del Cómic. Su pareja, que le esperaba, le dijo que las tres obras retiradas habían sido colgadas de nuevo. Inmediatamente recibió una llamada del director del Saló, Carles Santamaria, "que me pidió disculpas y me dijo que había sido un malentendido; que una de las paredes de la exposición había caído y habían retirado algunas de las obras para repararlas".
Las disculpas del director
Montlló recibió posteriormente dos llamadas más de Santamaria. "Se volvió a disculpar y me dijo que había sido un error suyo y lo asumía. En la última se me informó que lo que en realidad había sucedido era que, en lugar de a mí, habían de llamar al Instituto Nacional de Juventud (las obras de Victor Puchalskii formaban parte de una muestra organizada por este organismo) para comunicar la retirada de cuadros, y se me informó a mi por error."
El dibujante terrassense expresa su agradecimiento a todo el mundo del cómic y el arte en general el apoyo recibido desde el primer momento. "Han demostrado que no permitiremos ningún ataque a la libertad de expresión sin respuesta." Agradece especialmente a Jordi Chueca, presidente de Amics de les Arts, entidad de la que es socio, la carta abierta que hizo pública. En ella Chueca manifestaba su "rechazo absoluto" a la retirada de obras; asimismo, "la expresión más firme de nuestra admiración por tu obra creativa -de la que también, como consocios tuyos, nos sentimos orgullosos-, así como nuestro apoyo incondicional ante el intento de censura absurda a la que te se ha intentado someter", que no por ser corregida a las pocas horas "deja de ser sorprendente y condenable".
Montlló, que también expresa rotundamente su solidaridad con Victor Puchalski, "que fue censurado sin que sus obras se restituyeran", expresa, a modo de conclusión, la siguiente reflexión. "La gente que nos dedicamos a ello (al menos la gran mayoría) no lo hacemos para conseguir fama ni dinero. El cómic y la ilustración son industrias minoritarias en nuestro país (aunque con un futuro brillante) y la relación de horas que se suelen trabajar comparadas con el beneficio económico que obtenemos, es en muchos casos ridícula. Lo hacemos porque nos apasiona y es lo que sabemos hacer".
Así las cosas, "una de las pocas ventajas de las que disfrutamos sobre otros medios es que, siendo una industria tan minoritaria, disponemos (o disponíamos) de unos niveles de libertad de expresión por encima de otras formas culturales. Hablando claro, si además de mal pagados y poco reconocidos, ya no podemos dibujar cuerpos desnudos con pelo púbico, o en el caso de Victor, un pene, mientras en cambio la violencia en todas sus formas y los discursos ideológicos neoliberales son aceptados por el gran público en las grandes salas de cine, habríamos de ir planteándonos qué está funcionando tan mal y qué podemos hacer al respecto".
ARA A PORTADA
Publicat el 18 de maig de 2016 a les 20:20
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