La luz blanca, brillante e intensa de las halógenas tiene los días contados. A partir del 1 de septiembre algunos de los focos, los que habitualmente utiliza el comercio, dejarán de comercializarse, y a partir de 2018 las bombillas caseras desaparecerán de los mostradores de venta.
La medida responde a la prohibición de la Comisión Europea, que en septiembre de 2012 decidió vetar la comercialización de las lucen incandescentes. Las autoridades comunitarias apoyan su decisión en la apuesta por el desarrollo de tecnologías más eficientes, sobre todo el LED, que en este momento ya copa el 50 por ciento de las ventas del sector de la iluminación.
A partir de septiembre los comerciantes, propietarios de instalaciones industriales u oficinas que iluminen sus dependencias con halógenas deberán sustituir las bombillas incandescentes por lámparas led. Las tiendas podrán seguir comercializando las halógenas que tengan en stock hasta agotar existencias, pero no podrán recibir nuevos envíos, explica el portavoz de la Organización de Consumidores y Usuarios, Enrique García.
El sector de la iluminación estima que las existencias se agotarán en unos seis meses, de manera que aplazar el traspaso a la tecnología LED no tiene mucho sentido.
Anfalum, la asociación que agrupa al 90 por ciento de los fabricantes de iluminación, estima que en este momento las halógenas suponen un 10% del mercado de ventas. La tecnología irrumpió con fuerza en los años 90 dando el relevo a las bombillas convencionales, pero en 2010 la industria inició una rápida transición hacia productos más eficientes como las bombillas de bajo consumo y más recientemente las LED.
La prohibición de la venta de focos halógenos es un anticipo del final previsto de esta tecnología, que llegará en septiembre de 2018 con la prohibición de comercializar las lámparas de uso doméstico.
Las autoridades europeas estiman que el uso de iluminación más eficiente tanto en instalaciones como en los hogares permitirá a los usuarios ahorrar una media de 115 euros durante toda la vida de las bombillas de nueva generación. La comisión europea ha calculado que el ahorro que generará la sustitución de las halógenas por equipos más eficientes será equivalente al consumo anual de electricidad en Portugal.
La otra cara de la moneda es el impacto que la medida tendrá en términos de empleo. Se calcula que el freno en la producción provocará una pérdida de 6.800 puestos de trabajo en las plantas europeas de fabricación de halógenas. Los productores, sin embargo, creen que buena parte de esos empleados se integrarán en otras líneas de producción antes de 2018, cuando la industria deba hacer frente a la sustitución del grueso de las lámparas domésticas.
ARA A PORTADA
Publicat el 26 d’agost de 2016 a les 19:57
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