Un concepto en constante evolución

Publicat el 03 de maig de 2017 a les 19:02
El concepto de competitividad es poliédrico, por lo que hay diferentes aproximaciones posibles: desde el punto de vista territorial, sectorial y empresarial. Estas aproximaciones se han desarrollado desde los inicios del análisis económico, cuando los economistas clásicos identificaban cuatro grandes factores: el suelo, el capital, los recursos naturales y el trabajo. Sin embargo, a lo largo de los años, se han ido introduciendo diferentes aspectos, convirtiéndose la competitividad en un concepto bastante más complejo, tal y como se entiende en la actualidad. Así, a finales del siglo XIX, se incide en la importancia del papel de los emprendedores y de la gestión empresarial, como factores clave de la competitividad. Posteriormente, a mediados del XX, se pone de relieve la importancia de la educación y la innovación tecnológica, como factores subyacentes del crecimiento económico. Actualmente, el concepto se ha ampliado aún más, introduciendo el "conocimiento" como uno de los factores claves. La complejidad del concepto, así como su carácter multdimensional, hacen que se puedan encontrar varias definiciones. Por ejemplo, para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), es el grado en que una nación puede, bajo las condiciones de libre mercado, producir productos y servicios que alcancen los estándares de los mercados internacionales, el mismo tiempo que estimula el mantenimiento y la expansión de los ingresos reales de sus habitantes a largo plazo.