La recuperación del empleo en Terrassa ha continuado en noviembre y a diferencia de lo sucedido en el mercado laboral español o catalán, en el penúltimo mes del año se ha reducido la cifra de personas que están inscritas en el Servei d'Ocupació de Catalunya. En esta oportunidad ha sido la construcción el sector que mejor comportamiento ha tenido. De este modo se ha vuelto a bajar de la barrera psicológica de los diecisiete mil desempleados. Sin duda alguna nadie puede lanzar ningún mensaje de victoria ante semejante número de personas que no tienen ocupación. A pesar de ello, el panorama es sensiblemente mejor que el que vivíamos en 2013 cuando se rozaron los 24 mil parados y se atravesaba una situación del todo insostenible. Poco a poco, y con grandes esfuerzos, se han ido reduciendo estos números aunque estamos muy lejos de los nueve mil parados que tenía la ciudad, por ejemplo, a finales de 2006, hace ahora una década.
La sangría en el ámbito del trabajo ha sido tremenda. Estos años de crisis han provocado un cambio en el entorno laboral, independientemente de las variaciones de su marco legal, difícilmente predecibles. En Terrassa se han aliviado las listas por la marcha de muchas personas, especialmente extranjeros que han regresado a sus países de origen; a un importante número de trabajadores que se han reciclado y se han reincorporado al mercado en otros sectores y con unas condiciones económicas muy diferentes y a la autocupación, ya que esta lenta recuperación del trabajo no ha coincidido con la llegada a la ciudad de empresas que demandan un gran número de mano de obra, todo lo contrario.
Estos vaivenes han afectado a todos, pero en especial a las mujeres. La ventana de la recuperación ha beneficiado más a los hombres. En noviembre se ha vuelto a repetir la situación: el retorno al mercado de trabajo es superior entre los varones. La brecha por sexos en el ámbito de la ocupación sigue acrecentándose. En Terrassa hay dos mil mujeres más en paro que hombres, un hecho que en el instante de mayor crisis era a la inversa. Se lanzan campañas en favor de retornar a los jóvenes a la senda del trabajo o el de mayores de 55 años, pero es preciso también fomentar que las mujeres puedan volver a tener un empleo. Tradicionalmente ha sido un colectivo olvidado en muchas facetas de la vida y ahora nos encontramos con un nuevo ejemplo. Hay que reducir la brecha por sexos ya.
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