Se da una extraña situación en el PSOE. Ahora hay prisa por llevar a cabo las primarias, por si hay elecciones generales antes de tiempo seguramente. Y dentro del partido se han abierto tres frentes. En uno está el que se pretende como el PSOE de toda la vida, el de Felipa, Guerra, Rubalcaba y ahora también el del reivindicado Zapatero, del que todo el mundo abominaba hasta no hace tanto. El que no hubiese estado en Ifema, es de otra foto. Es curioso que quienes estuvieron enfrentados en otro tiempo, quienes estuvieron a punto de provocar una fractura como la que se corre el riesgo de producirse ahora, se muestren ahora unidos. El tiempo lo cura todo, o no.
En la otra esquina está Pedro Sánchez, un secretario general instrumental, que pusieron para salir del paso y que ha salido contestatario y con unos apoyos con los que el aparato no contaba. Su viaje por España le está dando réditos y muy nerviosos tienen que estar los que quieren llevar en volandas a Susana Díaz a la secretaría general para montar la que montaron y convocar a quienes convocaron el pasado fin de semana en Ifema. En el centro está Patxi López, el hombre bueno, que es recuperable para el aparato y que no provocará ni rupturas ni polémicas. El líder vasco no estaba en Ifema, pero sí es de esa foto.
Estas primarias las carga el diablo y van a poner en cuestión muchas cosas en el partido. Susana Díaz quiere arrasar, debe arrasar, está obligada a obtener una victoria incontestable que borre del mapa las veleidades de Pedro Sánchez. De lo contrario, si la victoria es ajustada, si el partido se divide en dos, cómo se va a gestionar el PSOE del siglo XXI. Pedro Sánchez está jugando sus bazas, es el débil, la víctima del todopoderoso aparato, el hombre que actuó desde la coherencia, es la firmeza del "no es no".
Susana Díaz es la fuerza de la tradición, es el peso de la historia, la heredera de los grandes hombres del socialismo español. Su mensaje es claro, hay que gobernar ganando. No dice nada, por supuesto, de cómo buscó el apoyo de Podemos en Andalucía y tuvo que refugiarse en las faldas de Ciudadanos. Es decir, que hizo en Andalucía lo que tanto le reprochó a su gran rival.
En Catalunya se aboga por una prudente neutralidad. Después de la que se organizó con la indisciplina de voto en la investidura de Mariano Rajoy, mejor no entrar en más polémicas, aunque aquí el "no es no" caló hondo. Pase lo que pase el PSEO no resultará indemne de estas primarias.
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