En un par de ocasiones hemos comentado esta semana cómo se estaba complicando la elección del síndic municipal de greujes de Terrassa y del pulso que el Ayuntamiento establecía con el síndic de Catalunya, Rafael Ribó, al no aceptar su recomendación de repetir el proceso participativo. Finalmente, el equipo de gobierno ha cambiado de opinión, seguro que con buen criterio, y ha decidido que repetirá el proceso participativo para la elección del síndico; precisamente lo que pretendía evitar.
Llegados a este punto, el problema no es el cambio en la decisión puesto que, como decíamos, la situación se estaba complicando mucho y lo que se intenta es resolver un problema que podía explotarles entre las manos. La cuestión, no obstante, es analizar cómo se ha llegado a esta situación y cuáles son los mecanismos que han llevado al equipo de gobierno a tomar unas decisiones que cualquiera podía comprobar que eran erróneas desde el principio. Y el final ha sido apoteósico con los tenientes de alcalde Alfredo Vega y Miquel Sàmper diciendo que en ningún momento se había hablado de hacer caso omiso de la recomendación del síndic de Catalunya, Rafael Ribó, de repetir el proceso participativo; que era cosa de los medios de comuniación: "no sabemos de dónde lo han sacado". No es necesario reproducir cualquier pasaje de la rueda de prensa que pocas horas antes protagonizaron ambos ediles y que les dejaría en evidencia; de la misma forma, ningún medio de comunicación de los que estuvimos presentes en aquel encuentro va a dar respuesta a lo dicho en el pleno más allá de advertir de que es mejor pensar dos veces antes de caer en el ridículo, de que en un pacto hay que saber diferenciar la lealtad del servilismo y de que quien más y quien menos empieza a entender lo que es eso de la postverdad.
A Sàmper y a Vega les tocó defender lo indefendible en el pleno del jueves y se equivocaron en la manera, de la misma forma que se ha producido un error detrás de otro en el desgraciado asunto del síndico. El episodio debe servirnos a todos para reflexionar, desde lo concreto a lo general, sobre la seriedad en política, sobre la responsabilidad y el rigor, sobre la toma de conciencia de lo que significa gobernar. En una acción de gobierno, como en cualquier otra actividad, se presume un margen de error, pero también se entiende que el primer paso para corregir es el del reconocimiento del propio error. Con lo fácil que era.
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