Desde la mitad del siglo XIX y hasta la Guerra Civil, Terrassa fue la ciudad catalana, después de Barcelona, en que el espiritismo tuvo mayor arraigo y extensión. En Terrassa se creó en 1876 el primer centro espiritista documentado del Estado español, Fraternitat Humana (que todavía existe), y, aunque nació y murió en Barcelona, terrassense fue una de las figuras más relevantes, a nivel mundial, de ese período de auge del movimiento, Miquel Vives (1842-1906), conocido como "el apóstol del bien". Durante casi un siglo, el espiritismo en nuestra ciudad fue todo un mundo, de un alcance dificil de imaginar en nuestros días, con un potencial historiográfico y literario aún por explotar. Entre otras facetas, el movimiento espiritista desarrollaba una importante labor social y solidaria. A ella ha dedicado la historiadora Ana Fernández Álvarez, su estudio "Espiritisme i caritat", que la Associació de Col·leccionistes de Terrassa publica como separata de su boletín de septiembre-octubre (número 219).
En homenaje a Miquel Vives
Miquel Vives falleció el 23 de enero de 1906, y en mayo de ese mismo año el centro espiritista, que había dirigido, comenzó a organizar unas fiestas anuales en honor a él y a Allan Kardec (1804-1869), el fundador del espiritismo. Se celebraban cada año en los jardines de la casa del industrial textil Ignasi Bendranas i Ramoneda (Terrassa, 1844-1923), en la calle de Sant Isidre, 79, "espiritista que, a partir de 1922, también se convertirá en toda una personalidad dentro del mundo teosófico terrassense", escribe Fernández. Uno de los actos era un banquete que cincuenta voluntarios del Centre Espiritista ofrecían a gente pobre. En la revista Luz y Unión, fundada por Vives, se encuentran detalladas descripciones de estos banquetes (ver recuadro)
La comida era seguida por discursos y limosnas, tras lo cual los dirigentes eran despedidos "y el conjunto de espiritistas hacía su comida de hermandad, seguida de las actuaciones de las sociedades corales la Sempre Viva, La Llanterna, Los Amigos y Juventud Tarrasense. A aquellos actos también asistían otras entidades, entre ellas la Societat Fraternitat Republicana de la Casa del Poble, el Centre Radical y la Federació Obrera, así como espiritistas de toda la comarca y de Barcelona ciudad".
Sobre las cinco de la tarde (algún año por la mañana, antes de la comida), se salía en manifestación por las calles de la ciudad. La abría un coche con una corona de flores en honor de Miquel Vives, seguido por una banda de música, representantes de las sociedades invitadas y los espiritistas. "Aquella numerosa comitiva marchaba hasta el cementerio, a la zona de los disidentes, donde depositaban una corona de flores en la tumba del homenajeado, aprovechando la ocasión para reinvidicar una vez más el derribo del muro segregativo entre el cementerio católico y el civil".
A última hora de la tarde, se celebraba en los salones de Fraternitat Republicana una velada literaria que solía prolongarse hasta la una de la madrugada. La fiesta continuaba al día siguiente, en los jardines de la familia Bendranas, "con unas actividades más distendidas, según el gusto de los concurrentes, y, por la tarde, tenían lugar actividades infantiles".
El contenido de las fiestas correspondía plenamente al talante de Vives, "que, como político, se declaró siempre republicano y, como hombre de cultura, despuntó en la faceta musical y compuso algunas piezas que diversas entidades corales locales incluyeron en más de una ocasión en sus repertorios". En Terrassa, Vives desarrolló una labor "dirigida fundamentalmente a favor de los más necesitados, ejerciendo la caridad, pero también como homeópata. De hecho, se le conocía como el Apostol del Bien, y cuando murió en Barcelona, durante su seguicio fúnebre y entierro las fábricas paralizaron las actividades y el comercio cerró sus puertas, para permitir que todo el mundo pudiera acompañarlo hasta el cementerio. Durante el trayecto, se formó una verdadera muralla humana a lo largo de las calles, y llegados al cementerio, con el propósito de atender las peticiones de todos los que deseaban verlo, el ataúd permaneció abierto durante más de una hora".
"Nuestra patria es el mundo, y nuestra familia la humanidad", afirmó Vives en el Congreso Internacional Espitista de Barcelona de 1888, posiblemente el más importante de la historia, segun Gerard Horta, estudioso del espiritismo catalán. En aquel congreso el espiritismo reivindicó la abolición de las fronteras estatales, la educación mixta, laica y gratuita, la igualdad entre hombres y mujeres, la desaparición de la industria armamentística, la resolución de las guerras a través del diálogo, la rotación cooperativa del trabajo, la sanidad pública, la reintegración social de los prersos o la prohibición del maltrato animal. Reivindicaciones, pues, de plena actualidad, aún pendientes, sobre temas que están en todos los debates de nuestros días.
PARA SABER MÁS
Luz y Unión. La web de la Federación Espirita Española (www.espiritismo.cc) presenta, digitalizados, casi todos los números de la revistaLuz y Unión. El de junio de 1908 es prácticamente un monográfico sobre la fiesta de Terrassa de ese año.
ARA A PORTADA
Publicat el 01 de novembre de 2016 a les 18:23
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