La cronología de un caso truculento

Publicat el 23 de juny de 2017 a les 19:56
Al sospechoso lo expulsaron del club de fútbol vallesano donde entrenaba a cadetes. Tras el despido afloraron los comentarios de sus expupilos a un responsable formativo. Algunos refirieron las conversaciones de cariz sexual que el entrenador mantenía con ellos. Los Mossos d'Esquadra tiraron del hilo. El procesado fue detenido el 11 de mato del 2016. Al mediodía, los Mossos d'Esquadra fueron a buscarlo a su vivienda, pero el chico no se encontraba allí. Estaba al caer. Vivía con su padre y fue su padre quien lo llamó por teléfono para informarle de que unos agentes querían hablar con él. El sospechoso estaba con un amigo. Nervioso, le comentó que la policía lo buscaba y le preguntó cómo podía borrar mensajes en su móvil. El amigo le facilitó algunas nociones y el procesado, según trascendió, eliminó contenidos de su teléfono antes de dirigirse a su piso. No se llevó consigo el móvil, que entregó a su acompañante. Le dijo que lo guardase para devolvérselo por la noche. Pero esa noche el detenido la pasó en los calabozos. Y desde entonces vive entre rejas. En la vivienda, los mossos le inquirieron sobre el móvil. No lo llevo, dijo él. Lo tenía un amigo. Otros agentes se dedicaron a buscar al portador del aparato y lo encontraron, y le tomaron declaración. El contenido del teléfono lo diseccionó la unidad central de informática forense de los Mossos d'Esquadra, pues parte de la instrucción se fundamentaba en lo que contuviese el artilugio. El 13 de mayo los investigadores presentaron ante el juez lo declarado por tres víctimas, cifra que aumentó a cuatro el 18 de mayo y a cinco dos días después. A finales de mayo, los investigadores ya habían tomado declaración a seis posibles víctimas. Según los autos, el número final es de ocho.