Una amplia panorámica de Terrassa, y también de parte de la comarca del Vallès , e incluso de la del Bages, ofrece el Turó de Roques Blanques desde su cumbre, convertida en un mirador que facilita la contemplación, y la reflexión, sobre nuestra ciudad y la geografía de ese extrarradio en el que la acción humana ha ido cercenando el medio agrícola y natural. El Turó de Roques Blanques, también uno de los límites norte del término municipal, fue el punto más alto de la "Caminada solidària" que tres entidades locales -Excursionistes.cat, Amics del Camí de Sant Jaume de Terrassa y T-Marxa Nòrdica Terrassa- organizaron el pasado día 9 como aportación al "Dia de l'esport solidari" de Unidos por Ellos. Bajo un sol de justicia, en este verano parece ser que primero de cambio climático cerciorado, cien caminantes solidarios (otros diez se quedaron en la "fila cero") sudamos lo nuestro por el camino serpenteante y empinado que lleva a lo alto de este cerro de 585 metros. Y aún habríamos sudado más de ascenderlo antes de 1960, año en que -explicaron las entidades organizadoras- una cantera sin licencia comenzó a extraerle piedra calcárea, lo que hizo durante quince años, hasta 1975, afectando 280 metros de alto y casi cuatrocientos de ancho.
Con Sant Llorenç al fondo
La ciudad iba perdiendo progresivamente no su nombre, pero sí su su cemento y su urbanismo, a medida que avanzábamos en esta ruta circular con salida y llegada en la plaza de Can Roca que, además de recaudar fondos para la investigación de varias enfermedades infantiles raras, permitía descubrir las planicies y bosques de esta zona norte de Terrassa, aún poco visitada y con elementos de interés. La montaña de Sant Llorenç al fondo de la calle de l'Estatut enmarca la despedida del barrio del Pla del Bonaire y la inminente llegada a las orillas de la Serralada Prelitoral.
Tras el Pla de Ca l'Escaiol, el camino de Can Carbonell alcanza la ermita de Sant Jaume del Pla del Bonair, que fue un descubrimiento para los participantes por primera vez en estos parajes, sorprendidos por su existencia, su cercanía y que en ella se celebran misas todos los domingos a la una de la tarde. El monaguillo de la ermita, el joven Josep Baltà, recibió a los caminantes en la puerta para explicarnos que el templo fue construido poco después de la Guerra Civil, por cuenta de cinco familias. En su puerta, fotografías en blanco y negro de antiguas procesiones, "que, por Sant Jaume, se hacían desde aquí hasta el santuario de la Salut. Un día entero de camino".
Ahora está en marcha, por el obispado de Terrassa, la consideración de la ermita de Sant Jaume como punto primero del Camino de Santiago en Terrassa. Para julio de 2019 está prevista la instalación de un "cruceiro" jacobeo que lo indique, para el que se recauda con la venta de recuerdos y llaveros de cuando el cincuenta aniversario del lugar y estampas del ochenta.
Más allá del Club Ègara, los Vivers Argemí y la calle dels Ametllers, se anda por caminos que ya te hacen sentir el significado del término "anilla verde", como el del Mas Rubial. Para encontrarse de pronto en la puerta de la escuela de dirección de empresas Euncet o ante la singular fachada del centro tecnológico Leitat, acerado contraste con ese pasado de una Terrassa con una extensa periferia agrícola y forestal , ya cercana a la montaña, con la que el caminante pudiera fantasear rondando por estos entornos.
Después del Collet de Can Roure
Antes de tomar el Collet de Can Roure, segunda altura (536 metros) de la caminata, aparece señalizado un "Avenc de Roques Blanques". Pero no es tal sima, indica Francesc J. Suárez, de Excursionistes. cat, sino una grieta de la falla Vallès/Penedès, que de tanto en tanto echa aire. El paso por la carretera del Sanatori y los torrentes de Can Carbonell y Vallparadís es el camino de regreso a la metrópoli, en cuya plaza de Can Roca a los expedicionarios eran esperados con rodajas de sandía y una bolsa con regalos.
El camino del norte de Terrassa lleva al Turó de Roques Blanques
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Publicat el 19 de setembre de 2018 a les 21:36