La jornada de huelga, convocada por la Intersindical CSC, tuvo en Terrassa un seguimiento muy limitado en empresas y comercios, y su mayor afectación se trasladó al plano de la movilidad con cortes en carreteras, como en la autopista C-58, y afectaciones de las líneas ferroviarias tanto de cercanías de Renfe, en la línea R4, como del metro del Vallès de los FFGC (ver información anexa). Todo ello provocó graves problemas de movilidad que atraparon a miles de terrassenses, sobre todo a primera hora de la mañana.
La patronal terrassense Cecot cifró en un 20% la incidencia del paro entre sus empresas asociadas, afectando a todos los sectores aunque especialmente a los servicios. Por su parte, Pimec, con sede en Sabadell, fijó el seguimiento del paro en el 4,3% de las pymes catalanas (un 28,4% de empresas realizó paros puntuales). Aunque la huelga estaba convocada oficialmente por motivos laborales, de facto se convirtió en una nueva jornada de protesta por la situación política que atraviesa Catalunya. Las protestas empezaron muy temprano y tuvieron un primer punto álgido con el corte de los dos sentidos de la circulación en la autopista C-58, a la altura de Terrassa (saliendo por la Rambleta) que ocasionó kilométricas colas de vehículos durante varias horas durante la mañana. Los manifestantes, mayoritariamente jóvenes, se sentaron en el asfalto y corearon consignas como “las calles serán siempre nuestras”, además de cantar Els Segadors.
Bien temprano
El grupo de concentrados había partido de Terrassa, antes de la ocho de la mañana, y accedió a la autopista desde la Rambleta del Pare Alegre, según explicaron a este diario algunos de los manifestantes. Los Mossos d’Esquadra permanecieron en la parte delantera de la fila de vehículos detenidos por la protesta. Posteriormente, una manifestación, convocada por el CDR de Terrassa y que recorrió ayer parte de la ciudad a partir de las doce del mediodía, se convirtió en un clamor a favor de la liberación de los “presos políticos” (pidiendo la puesta en libertad de los presidentes de la ANC y Òmnium Cultural, así como de los exconsellers encarcelados), en defensa de las instituciones catalanas, que están intervenidas por el Estado, y por la República Catalana.
Una marea blanca
Como era previsible no hubo lemas ni consignas de signo laboral, sino un verdadero grito de protesta contra la compleja situación política e institucional que vive Catalunya, el Estado “opresor” y por una solución democrática para el país empezando por la restauración del autogobierno. La marcha empezó en la Estació del Nord, y finalizó en la Plaça Vella tras un recorrido de casi dos horas. Concentró a entre tres y cuatro mil personas que llenaron esta última plaza al final del recorrido. Allí, la actriz Marissa Josa leyó un manifiesto que denunció la “falta de calidad democrática del Estado”, su extrema “represión” y exigió la “restauración del Govern y la normalización institucional”, además de la excarcelación de los presos cuya entrada en la cárcel pone en evidencia la “falta de separación de poderes en España”. Al final del discurso, la Plaça Vella se convirtió en una marea blanca de carteles exigiendo la liberación de los encarcelados.
Fue una marcha que aglutinó a diversos colectivos, como estudiantes, sindicalistas y personas relacionadas con entidades soberanistas, entre otros perfiles, lo que dio a la manifestación una vertiente social muy transversal. Eso sí, y a excepción del sindicato CGT, que enarboló sus banderas, sólo hubo pancartas reivindicativas de carácter independentista, “senyeres” y “estelades” (y no en gran cantidad). Ni una más referente a asociaciones o entidades. Entre las consignas más repetidas las siguientes: “No estamos todos, faltan los presos”, “Vosotros fascistas, sois los golpistas”, “Hoy desobedecemos al 155” o “No somos una región de España, no queremos ser un país ocupados”, entre otras múltiples. Los manifestantes exhortaron a los viandantes a sumarse a la marcha, y lo mismo hicieron con los estudiantes cuando pasaron por delante del campus de la UPC en Terrassa. Durante el recorrido, se cortó la circulación por lo tramos por donde discurrían los manifestantes y no se registró ningún tipo de incidente. En algunos puntos, se rotularon carteles exigiendo la salida de los presos (en el Passeig del 22 de Juliol y la carretera de Castellar.) Para ello, un grupo de jóvenes, ataviados con monos de trabajo y protecciones en la cara, usaron sprays para realizar las inscripciones.
El carácter poco económico de la protesta de ayer se visualizaba durante el trayecto, donde todos los comercios y servicios permanecían abiertos y sólo unos pocos medio cerraron las puertas, al paso de la marcha, como una medida preventiva que resultaba evidentemente innecesaria dado el carácter pacífico de la protesta. La jornada concluyó en Terrassa, ya por la tarde, con una concentración frente al Ayuntamiento. Miles de personas volvieron a llenar, como la semana pasada y la anterior, el Raval.
El manifiesto
La actriz Marissa Josa, de nuevo, leyó el manifiesto que hablaba de “defender el autogobierno” y la cohesión social, incidía en pedir “el retorno a la normalidad democrática” y reivindicaba una solución “política” a la coyuntura en que se halla inmersa Catalunya. El texto, además de denunciar que la activación del artículo 155 de la Constitución implicaba “la suspensión de subvenciones” a entidades, exigió la libertad de los exconsellers encarcelados, así como de Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, presidentes respectivos de la ANC y Òmnium. Los aplausos y los gritos de “libertad” interrumpieron la lectura del manifiesto, que reservó “un recuerdo especial” para los exconsellers terrassenses imputados, Josep Rull y Lluís Puig, y exigió “la retirada de todos los cargos”. “No cesaremos en la lucha hasta que los tengamos en casa”, dijo Josa.
ARA A PORTADA
Publicat el 08 de novembre de 2017 a les 20:07
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