El doloroso tránsito en su carrera

Publicat el 30 de juny de 2018 a les 04:00
Sergio Granados Oliver nació en Terrassa el 6 de julio de 1975. No tenía ni 23 años cuando se jugó el recordado partido de Málaga. Producto de la cantera del Terrassa FC, empezó a entrenar con el primer equipo siendo todavía juvenil. Vivió con el conjunto egarense el ascenso a Segunda "B" y se fue asentando en el equipo de forma progresiva, con un paso previo por el Monzalbarba durante su servicio militar. En la temporada 97-98 disputó 36 partidos, relegando al banquillo a Jaime, un portero reputado que el Terrassa fichó para que fuese el titular de un proyecto pensado con el único propósito de subir. Su emergente carrera le abrió las puertas del Mallorca, club que le contrató para que defendiese el marco de su filial, en Segunda División "A", y ejerciese el papel de tercer portero de la primera plantilla. Jugó poco, ya mermado en su confianza por el episodio de Málaga. "Estaba afectado", admite con el paso de los años. A partir de entonces, su carrera fue bajando peldaños: Premià, Andorra, Vilanova y Ripollet, su última parada. Tenía 28 años cuando decidió colgar los guantes, enterrada la ilusión que empezó a perder tras la derrota de La Rosaleda. "Acabé quemado", dice. Tanto es así que no ha vuelto a jugar ningún partido, ni con los amigos. Aunque el deporte le ha acompañado siempre y lo sigue haciendo. Si en su juventud jugó a frontenis, tras dejar el fútbol recuperó la raqueta para hacer tenis. Y disputó competiciones oficiales con el Club de Tennis Terrassa. Ahora vive entregado a la bicicleta, donde encuentra también esa parcela individual que en el fútbol únicamente tienen los porteros.