Normalmente el día después se asocia al análisis reposado. En lo relacionado con la oferta de pacto que oficialmente desde ayer Terrassa en Comú ha realizado al PSC, habrá que esperar a que todo repose. La noticia publicada ayer por Diari de Terrassa actuó como un dedo en un hormiguero y el efecto durará aún unos días. Ayer se invirtió mucho tiempo y esfuerzo en buscar la fuente debido al convencimiento, tanto en una como en otra formación, de que existió una intencionalidad perversa en quien reconoció los hechos ante una periodista.
Si las conversaciones sólo las conocían personas del PSC y de TeC y éstos últimos se limitaron a confirmarla (y a dar un paso al frente para mantener la iniciativa), es evidente de dónde partió. Otra cosa es adivinar si existe intencionalidad y si se pueden confirmar teorías conspirativas encaminadas a dinamitar el proceso del agua o simplemente impedir que pueda llevarse a cabo el pacto con quienes han sido tan ácidos con el PSC. En ese sentido, el proceso del agua es irreversible y las posibilidades de pacto dependen de la voluntad política de quienes pueden llegar a él. Por tanto, es difícil que cualquiera de los dos efectos pueda producirse si no se quiere que se produzcan.
Cosa muy diferente es la crisis de confianza que puede abrirse en el seno del PSC y especialmente en el equipo de gobierno. Esa situación vendría a sumarse a un momento especialmente delicado para la ciudad por la trascendencia de las decisiones que se deben tomar y dada la aritmética que rige en el salón de plenos. Habrá que ver cómo se gestiona la cuestión internamente en el PSC y qué opinan los órganos del partido sobre la posibilidad de romper un pacto que tanto costó que se aceptara porque era la forma de conseguir la alcaldía y dar cierta solidez al gobierno. El que hace un año y medio era una especie de anticristo, ahora llama a la puerta vestido de ángel de la guarda.
La relación con el grupo municipal de CiU, por otra parte, resulta seriamente resentida y Miquel Sàmper tiene ante sí el papelón de rebajar la temperatura al asunto y manifestar públicamente que no se siente cuestionado. Es como la pareja en la que uno de sus miembros ha conocido a otra persona, ha hablado con un abogado, lo descubren y responde: no te preocupes, solo nos estamos conociendo, he hecho una consulta legal por si acaso, y ya te diré si seguimos o no; y la otra parte de la pareja, efectivamente, no se preocupa. Esto del poliamor tiene su qué.
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