Sobre el episodio que ha rodeado la investidura del nuevo alcalde de Terrassa ha mucho que analizar, no sólo sobre los posicionamientos, intransigentes o no, obsesivos o no, responsables o generosos. También hay que leer los gestos. Una de las pistas que nos ha ofrecido el cambio de alcalde en Terrassa ha sido la oficialización del acercamiento entre los comunes y Esquerra, dos partidos al alza que están llamados a ejercer funciones de gobierno no sólo en Terrassa. La operación de Barcelona se ha trasladado aquí. Ada Colau, forzando mucho la máquina en Barcelona y en Terrassa con más naturalidad, ha iniciado ese acercamiento rompiendo el pacto con el PSC. El acuerdo de Iceta y Unió Democràtica ha sido determinante, seguramente.
Antes de la explosión de la burbuja independentista, parecía que el aliado natural de los comunes iba a ser el Partido socialista. De hecho, aquí en Terrassa, TeC negoció por dos veces la formación de gobierno con Ballart, pero la deriva hacia Esquerra ha ido tomando forma en las últimas semanas. También es cierto que TeC y Ballart volvieron a hablar poco antes de la dimisión de éste, pero en eso que fue tomando forma el entendimiento con ERC.
Por otra parte, no volveremos sobre los pormenores de la negociación, pero en torno a ella hay una pregunta que se dejó flotando en el pleno de investidura y que volvió a repetirse ayer en las ruedas de prensa de TeC y Esquerra, los partidos que lideraban la propuesta de cambio. La pregunta es: "Por qué la obsesión de PDECat de entrar en el equipo de gobierno". La obsesión de PDECat es legítima y probablemente la respuesta esté en otra pregunta. ¿Por qué se tiene que conformar PDECat con estar en la oposición? Sàmper vino a decir en el pleno que la política da muchas vueltas, como dejando abiertos otros escenarios, a lo que Albert respondió con rapidez que la negociación acababa en aquel pleno. Es cierto, la negociación acabó allí: su negociación. Ya decíamos ayer, parafraseando al propio líder de ERC, que el mandato no acabará como está ahora.
Hay otra cuestión que es la de los ediles dimisionarios, cuya presencia en el pleno fue ayer duramente criticada, especialmente por Esquerra. Lo que ocurra en los próximos días no ayudará a realizar una lectura adecuada sobre cómo se está articulando esa dimisión.
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