A veces, las noticias tienen importancia, no tanto por la relevancia de sus consecuencias, que también, sino por lo que tienen de síntoma. Los casales de la Gent Gran no renovarán su programa de actividades del tercer trimestre porque la Generalitat no ha firmado los convenios con las empresas que los organizan y proporcionan los monitores para llevarlos a cabo. ¿Es algo grave? Probablemente habrá quien piense que el hecho de que un puñado de jubilados se quede sin un curso de risoterapia o de yoga no hay que darle demasiada importancia.
Para valorar lo que significa ese hecho quizás deberíamos dejarnos caer un par de horas por un casal de la gent gran cercano a nuestro domicilio para comprobar lo que significa para esas personas dejar de asistir a esos cursos y en algunos casos, lo que significaría para ellos tener que pagárselos de su bolsillo. Seguramente, nuestro juicio sobre este asunto no sería tan apresurado. Los mayores generan una dinámica vital al rededor de los casales que les llevan a participar activamente de multitud de actividades que les obligan a salir de casa, a arreglarse, a relacionarse y a mantener una actividad que se convierte en parte esencial de sus vidas. ¿Es importante? Sin ninguna duda, es oxígeno, actividades que adquieren una relevancia excepcional en sus vidas. ¿Es grave la situación? Por supuesto, pero lo peor es que es muy triste, que no parece que vaya a arreglarse y que a la Generalitat o a quien quede de ella en Benestar social le de igual. Eso es al menos lo que parece cuando los representantes de la gent gran han pedido explicaciones en el departamento y nadie les ha sabido decir qué ha ocurrido.
Es muy fácil caer en un discurso demagógico ante una cuestión de este tipo, pero qué otra manera hay de encararla si no es desde la denuncia y desde la indignación. No hay articulo 155 que explique ni justifique que los mayores catalanes se queden sin las actividades que ha subvencionado históricamente la Generalitat. Alguien habrá que pueda y deba dar una explicación a lo ocurrido. Sería irresponsable e impresentable que no se encuentre una solución para el mes de abril y que las autoridades permitan que deban pagarse el taller de memoria de sus propios bolsillos. Los afectados de Terrassa protestarán el próximo día 15 en la puerta de los casales. Esperemos que la convocatoria, abierta a todo el mundo en un momento en que los jubilados están especialmente movilizados, signifique un éxito y contribuya a encontrar una solución.
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