Ayer nació Vera. El mundo es diferente por el mero hecho de que ella esté aquí, más bonito, pero lo relevante es que Vera llegó a un mundo diferente al que su madre sus tías y sus abuelas habían conocido hasta ayer. Llegó el día en el que más de cinco millones de personas en el Estado español se movilizaron por la huelga de mujeres del 8 de marzo, en el que se dio visibilidad a una situación de desigualdad con la que convivimos a cierta distancia, el día en que las mujeres demostraron que sí, que si paran ellas el mundo se para.
Además de los paros, parciales o de jornada completa, las movilizaciones fueron muy importantes, algunas espectaculares. En Terrassa, las mujeres se concentraron en las manifestaciones de medio día y de la tarde, dando respuesta a unas expectativas que se han superado holgadamente. Las movilizaciones de ayer fueron un éxito y resultó especialmente emotiva la presencia de mujeres mayores, algunas de las cuales vivió indirectamente o incluso en primera persona, la necesidad de la "autorización marital", que hasta no hace tanto necesitaban las mujeres para realizar desplazamientos o incluso gestiones bancarias. También debemos destacar la presencia de hombres, quizás deberían haber sido más, porque el secreto de la lucha contra la desigualdad no está tanto en las mujeres como en los propios hombres.
O son los hombres lo que cambian la mentalidad que les lleva a reproducir clichés y actitudes machistas, algunas incluso inconscientes, que es lo más preocupante, o la igualdad será imposible. Se puede legislar, se pueden imponer criterios, se pueden penalizar actitudes, pero la implicación de los hombres, imprescindible, debe fluir con naturalidad. Y para ello es necesario reforzar programas de formación directamente relacionados con la igualdad de género en la escuela. Ese es el otro gran frente. Algunos enseñantes están alertando sobre la presencia de actitudes absolutamente machistas entre adolescentes en una cantidad desconocida hasta ahora. Todo el trabajo que no se haga en la escuela penalizará en la implicación de los hombres a la que nos referíamos anteriormente.
No hace falta justificar más, sobran los motivos para una movilización como la de ayer. Habrá sin duda, un antes y un después del 8 de marzo de 2018. Vera tuvo buen criterio; ayer fue un bonito día para venir al mundo.
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