La lectura de los resultados de las elecciones municipales en Terrassa da para mucho, no sólo por lo extraordinario de la victoria de Jordi Ballart, sino por las consecuencias que su arrolladora vuelta a la sala de plenos tiene en el panorama político local. Esta semana ya hablábamos de que tan excepcional ha sido la victoria de Tot per Terrassa, como la debacle de Terrassa en Comú, que ha pasado de tener seis concejales a no tener representación alguna en el Ayuntamiento. Se percibía un cierto retroceso en el apoyo ciudadano a Terrassa en Comú, pero nada hacía presagiar una catástrofe como la que se ha producido y se hace difícil tanto entender como explicar.
Es probable que los analistas de la formación, a través de sus órganos de participación internos, tengan la clave de lo ocurrido y que la reflexión sobre ese resultado realizada desde fuera se acerque poco a las razones reales. Lo que está claro es que la propuesta no ha cuajado en la ciudad como se esperaba, todo y que en los últimos cuatro años Terrassa en Comú ha ganado dos elecciones en la ciudad después de las municipales de 2015; fueron las generales de 2015 y las que se celebraron en 2016, también al Congreso de los Diputados. Han sido los momentos álgidos de los Comunes en Terrassa.
Nadie ha tenido en cuenta la vuelta de Ballart, al menos con la fuerza que lo ha hecho, pero nadie contaba con la desaparición de TeC de la política institucional terrassense. La crisis interna, que provocó la presentación de una candidatura alternativa formada por Podem, ICV y EUiA, que en 2015 formaron la confluencia que luego devino en TeC, puede ofrecer alguna explicación, pero, aún siendo un hecho de una gravedad extraordinaria, no puede ser la única. Ballart ha pasado a todos por encima y especialmente a TeC. Los Comunes fueron en su momento una propuesta de izquierdas, fresca, en la linea de la continuación del movimiento del 15-M, alejada de los partidos tradicionales. Era la nueva política que venía a renovar las viejas esencias de los partidos de siempre. Algo se ha tenido que quedar por el camino. Es posible que no se haya sabido proyectar y hacer sostenible en el tiempo la nueva fórmula.
Podría pensarse que el relevo lo ha tomado Jordi Ballart, con una propuesta que no sólo es nueva, sino que además está hecha en clave absolutamente ciudadana y transversal. Aunque la transversalidad hay que estar preparado para gestionarla, esa propuesta se ha llevado por delante a TeC.
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