El teatro de Rusiñol se paseó por plazas y entidades

Publicat el 15 de maig de 2017 a les 19:34
La Fira Modernista ha permitido hacer una degustación -"un tastet"- del teatro de Santiago Rusiñol y a través del mismo intuir cómo era y qué temas le preocupaban. El espectáculo "L'auca del senyor Rusiñol", que tuvo en la Casa Alegre, el sábado por la tarde, nos dio algunas pistas de su personalidad, de su faceta artística y de su entorno social, cultural y político. La obra fue alternando textos de Rusiñol y otros autores con las voces de Ferran Frauca y Pep Ribas y canciones de Miquel Pujadó.

Para ello, el patio de la bella mansión se convirtió en un improvisado plató radiofónico del programa "El temps no té importància, conducido por un presentador que se asemejaba mucho al actor Dafnis Balduz. El periodista anunció que su entrevistado de hoy era un personaje de alto vuelos. Se trataba, nada menos, de Santiago Rusiñol, el protagonista de la feria, que llegó con un gran parecido a Carles Canut.

Durante la entrevista, Rusiñol se definió como un burgués (su familia era propietaria de una colonia textil en Manlleu) pero bohemio y amante de conrear todas las artes, especialmente la pintura. Y esa vida bohemia le costó algún que otro disgusto. Primero con su familia más íntima porque renunció abiertamente a continuar con la industria fabril y después con su esposa porque gustaba de viajar mucho pero solo. Su mujer se mostraba celosa de sus idas y venidas, y presentía que además de "bon vivant" era también un mujeriego.

Barcelona-París-Sitges
Recordó que sus amigos fueron el también pintor Ramon Casas y el escultor Enric Clarasó, y que con el primero se permitió el capricho de recorrer Catalunya en carro y el lujo de viajar y vivir en París, en el pleno corazón de Montmatre, donde se reunían los artistas más destacados del momento. El artista se consideró afortunado y valorado con respecto a otros coetaneos de la época. En este sentido, por ejemplo, citó que tuvo algún amigo, del que no desveló el nombre, que tuvo que recurrir a escribir novelas pornográficas para sobrevivir y se lamentó que Caterina Albert se viera obligada a masculinizar su nombre por el de Víctor Català para hacerse un hueco en la literatura modernista. "Yo gocé de lo lindo -aseguró ante el periodista y el público- sobre todo en París, ciudad de la que enamoré". De la Ciudad de la Luz tampoco no escatimó anécdotas. "Nos contaron que la Torre Eiffel era provisional y que, cuando debatían si se quedaba o no, alguién dijo que lo mejor sería retirarla y volverla a colocar pero a la inversa y habilitarla como fuente". Una idea que al propio Rusiñol le sugirió que "el mundo no avanza mucho sino que solo gira para volver al mismo lugar". Con Casas estuvo en París y con Clarasó en Sitges. Con el escultor compartieron su afición por coleccionar hierros en un taller que después se convirtió en el Cau Ferrat. Citó también sus inicios en la escritura teatral, primero con monólogos cortos y después ya con obra consolidada, de las que destacó "El auca del senyor Esteve" (1907). Una pieza que, precisamente, recuerda que el negocio familiar, una "merceria de betes i fils", se ve truncado porque el nieto quiere dedicarse al arte. A pesar de ello, el propio Rusiñol rememoró que el primer cuadro que expuso en Girona (1878) estaba dedicado a su abuelo industrial. A partir de 1917, el artista priorizó la pintura sobre la escritura y de ahí surgió la célebre colección "Jardines de España", que le supuso el máximo reconocimiento. Jardines, espacios que para Rusiñol simbolizaban la espiritualidad. "Me gustaría que mi último suspiro tuviera lugar en un jardín", avanzó Rusiñol en la entrevista.

De la serie pictórica "Jardines de España" nos llegó alguna perla. En el comedor de la Casa Alegre se exponía "Laberint d' Horta", de Barcelona, un obra de pequeñas dimensiones que el Museu Terrasssa ha rescatado del almacén para exhibirla para el evento modernista. Asimismo, el Ateneu Terrassenc exponía unas veinte litografías de esta colección cedidas por el Museu de Sitges, el Museu de Modernisme de Barcelona y la Generalitat. Se pueden ver las pinturas originales en el Museu de Modernisme de Barcelona hasta julio. El Arxiu Tobella, por su parte, presentaba una serie de jardines modernistas pero, en este caso, de Terrassa y en fotografías en blanco y negro. Imágenes muchas de ellas inéditas y para reconstruir la memoria histórica.