La "Festa del ginjoler"celebró este árbol de la Casa Alegre

Publicat el 10 d’octubre de 2018 a les 21:30
Es posible que la mayor parte de terrassenses ignore el nombre de los árboles con los que se cruza en su camino cotidiano. Pero también los hay que saben identificar las especies arbóreas que tenemos, y donde está aquel ejemplar de una especialmente singular o apreciada por algún motivo. Por ello el libro "Els arbres de Terrassa. Guia d'identificació", de Jordi Chueca, con ilustraciones de Roser Guardiola, que el Ayuntamiento publicó en 1992, es tan consultado en las bibliotecas y de los más buscados en los mercados de coleccionismo de la Rambla d'Ègara del fin de semana.

Se hace irresistible escribir que los interesados por los árboles debieron ponerse "més contents que un gínjol" el pasado 30 de diciembre, cuando en los jardines de la Casa Alegre de Sagrera se plantó precisamente un "ginjoler", azufaifo en su denominación más común en castellano. Es el único que existe en un espacio público de Terrassa, y su idiosincrasia, y la poética que lleva consigo motivó, el domingo, una primera "Festa del ginjoler".

De una semilla de Esplugues
El acto contó con la participación del grupo musical Ministrils del Raval, uno de cuyos miembros, Isidor Vázquez, es el artífice de que nuestra ciudad cuente ahora con un azufaifo al que, como los antiguos romanos, podemos acudir para que nos proporcione calma y suerte. La historia tiene su origen hace veintisiete años en Esplugues de Llobregat, donde Vázquez residía por aquel entonces, y donde plantaron un ejemplar y le montaron una fiesta, en la que este músico participó.

Al trasladarse a Terrassa, Vázquez se llevó una semilla, pero el árbol no le cabía en casa, y decidió donarlo a la ciudad. Cuando Jordi Chueca, responsable de Gestió de l'Espai Públic, vio un espacio en el jardín de la Casa Alegre, pensó que era el lugar adecuado. Y el domingo, Ministrils, Treure Ball, Ball de Gitanes y los antiguos Bastoners de Terrassa realizaron una "prueba-piloto" de una "Festa del ginjoler" que podría celebrarse cada año. Fue una cercavila desde el Raval hasta este árbol "que tiene mucha riqueza cultural, medicional y espiritual", señala Vázquez, y al que le hicieron unos bailes de ofrenda.