Ni más ni menos

01 de gener de 2016
Me encantan el número 5 y sus múltiplos. Es verdad que de pequeña dudaba de si mi número preferido era el 5 o el 10, más todavía cuando me lo preguntaban las niñas que apenas conocía y a las que quería caer bien. ¿No se acuerdan? Los favoritismos eran como la carta de presentación y el interrogatorio posterior al saludo en el parque transcurría con una batería de preguntas sencilla e ingenua, como si con las respuestas que se dieran valoraran la compatibilidad. Color preferido, número preferido, asignatura preferida, animal preferido y así hasta que la interlocutora creía saber lo suficiente para dejarte ser su amiga. Con los colores yo siempre lo tuve más difícil porque no dudaba entre el azul marino y el azul cielo o entre el naranja y el amarillo sino ni más ni menos que entre los dispares rojo y verde. Por si les interesa, pasé una etapa muy magenta en mi adolescencia y hoy mi bici, mi casco y mi collar preferidos son turquesa.

En fin, que el 2015 me gustaba pero si el 2016 empieza con tan buenas noticias como ha acabado el año anterior y la racha sigue el 2017 y la buena suerte se hace exponencial, pues cuenten que para el 2020 habré cumplido todos mis deseos y estarán leyendo la novela que haya escrito en un entorno muy Karen Blixen y publicada en una gran editorial.

Claro que el 2015 también ha tenido sus momentos de bajón que he superado, como supongo lo hacen todos ustedes, con un libro, una manta, un perro cercano y un marido que, a pesar de mi mal humor, me hace la cena, bromea hasta que me arranca una sonrisa y a partir de ahí el 2015 se endereza.

Por eso al año que acaba de marcharse no le tengo que pedir explicaciones ni aceptarle unas disculpas, al contrario, soy yo quien le debe dar las gracias. Precisamente por eso propongo que nos americanicemos un poco más, pero está vez con motivos, porque a mí el Día de Acción de Gracias me parece una fiesta más bonita que la de Halloween o, incluso, san Valentín. En todo caso, no estoy hablando de darle las gracias a Dios, al universo o a no sé qué fuerza espiritual inexistente que hace que todo marche a la perfección según sus misteriosos criterios, no estoy hablando de agradecerle a la vida todas las miserias que nos trae porque así nos fortalecemos y crecemos y todo ese discurso que ya no me creo, sino, al contrario, de dar las gracias a las personas -admito también animales domésticos- que han estado ahí para que todo fuera más fácil, que no siempre han podido decir que todo iría bien, porque eso, lamentablemente, no siempre es así, pero que al menos han dicho con honestidad que pasara lo que pasara contaría con ellos.

Supongo que la vida es esto, ni más, ni menos. No es otra cosa, y me imagino cuánto ganaríamos si lo aceptáramos y aprendiéramos a disfrutarlo.

¡Bienvenido 2016! ¡Feliz año!

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