Quienes tienen invitados a casa o a su mesa suelen desconocer que son los anfitriones porque existió un rey de la mitología griega llamado Anfitrion, de la misma manera que al introducirse en un jacuzzi nadie recuerda a Candido Jacuzzi (que patentó la bañera con dispositivo para remover el agua) o al imbutirse unos leotardos en Jules Léotard, acróbata que solía llevar un mallot que le cubría todo el cuerpo. Hay personas cuyos nombres se han convertido en palabras. Se llaman epónimos, y el escritor y filólogo David Paloma (Terrassa, 1969) ha escrito el primer libro sobre ellos en lengua catalana ("al menos no conozco ninguno otro"), en el que explica los personajes cuyos nombres originaron 150 palabras que usamos habitualmente.
"Personatges convertits en paraules" surgió de las colaboraciones sobre temas lingüísticos que Paloma realizaba, con Albert Rico, en el programa de Catalunya Ràdio "Estem molt ocupats". "Comenzaron a salir cuestiones sobre la procedencia de palabras como jacuzzi o quinqué, y a partir de aquí comencé a recopilar información sobre epónimos, que hace unos diez años antes había comenzado a recopilar. Del 10 de julio al 15 de noviembre del pasado año escribí uno cada día."
Cada capítulo, de dos o tres páginas, está dedicado a una palabra, y consta de tres apartados: el personaje (una breve biografía), la palabra (significado, origen, evolución) y la curiosidad, sea de uno o de otra. Entre ellas, referencia a Kylie Minogue por su disco "Aphrodite" y porqué en catalán "condó" no tiene la eme final, como la mayoría de lenguas europeas. "Este es un libro de entretenimiento."
Señala Paloma que todas las lenguas tienen sus epónimos; el catalán, "relativamente pocos de genuinos, muchos le han llegado de la cultura hispánica, y bastantes del francés; y, por supuesto, tiene muchos más de los 150 que aparecen en el libro". La selección combina los que pasan más desapercibidos (tales como "cereal", "condó", "rímel", "benjamí", "barrabassada", "acadèmia",. "magnòlia" y otros nueve nombres de flores)9 pero también los más transparentes, sobretodo "si tienen una acepción desligada del nombre del personaje pero ligada a alguna característica de su carácter ("casanova", "estentori", "platònic...)"
La "taifa" terrassense
No hay ningún epónimo "terrassense" pero sí que "Personatges convertits en paraules" incluye una referencia a Terrassa. La encontramos en el capítulo dedicado a "tàper". La palabra es una adaptación del apellido de Earl Silas Tupper (1907-1983), un inventor norteamericano de productos de plástico para la conservación de alimentos. Pero Paloma señala que el catalán tiene otra para designar "un recipiente de plástico para llevar comida": "carmanyola" y que, además, atención, "en Terrassa hay una voz local con este significado: 'taifa'". Efectivamente, el Diccionari Català-Valencià-Balear (conocido popularmente como el Alcover-Moll, por sus creadores) incluye, entre las definiciones de "taifa" "fiambrera d'un plat. (Terrassa, ap. Aguiló Dicc., viii, 40)". Esto es, que la entrada procede de los materiales lexicográficos reunidos por el lingüista mallorquín Marià Aguiló y publicados entre 1915 y 1934 en el "Diccionari Aguiló", de ocho volúmenes. Paloma cree que esta presencia en ambos diccionarios de la palabra terrassense puede deberse a la labor del filólogo y botánico y terrassense Àngel Sallent (1857-1934). Un tema por investigar.
Señala Paloma que hay epónimos "nacionales" e "internacionales" ("platónico", por ejemplo, lo es de todas las lenguas). Así, la ensaladilla rusa, en Rusia se denomina "ensalada Olivier", por el nombre del chef belga que se la inventó: Lucien Olivier (1838-1883), que trabajó en el restaurante Hermitage de Moscú en la década de 1860. "Tuvo tanto éxito que se extendió por todas partes con el nombre de 'risa'.
La extinta "piquiponiana"
También hay epónimos que caducan (como "piquiponiana", referido al alcalde de Barcelona Joan Pich i Pon ,1878-1937) y otros perennes (como "academia", que deriva del héroe mitológico griego Academ). Y intentos de epónimos lanzados por periodistas o escritores, con éxito desigual ("pujolejar").
Y algunos aparentes que realmente no lo son, como el vocablo "derby", que es un nombre de lugar y no de persona, y una de las muchas historias curiosas que Paloma ha recogido en su libro. Dicen que la palabra procede de una apuesta entre el doceavo conde de Derby (una ciudad inglesa), Edward Smith-Stanley y un tal Charles Bunbury. En 1780, lanzaron una moneda al aire para decidir quién bautizaba con su nombre o título una carrera de caballos que ha acabado siendo la más famosa de Inglaterra. "Ganó el conde. Desde entonces, cualquier carrera de caballos(de pura sangre de tres años), y sobretodo cualquier enfrentamiento deportivo de equipos locales y rivales se denomina derby. De haber ganado Bunbury, quizá ahora no hablaríamos de un 'derby' sino de un ' bunbury'".
ARA A PORTADA
Publicat el 06 de gener de 2016 a les 18:58
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