A las seis y pocos minutos de la tarde de ayer, los cinco poetas vallesanos participantes en la "Invasió Poètica al Metro" se encontraron en el andén de la estación de Nacions Unides. Eran los terrassenses Empar Sáez y Martí Purull; Héctor Huve y Roger Anguita, de Molins de Rei; Griselda, de Cerdanyola, y el "vascocatalán" Iñaki C. Nazabal. Expectantes ante la experiencia inédita que iban a vivir. Junto con el equipo del festival poético Elixir, subieron al tren. Es un vehículo de un solo vagón, y los poetas se dispersan por él. Así han acordado ir recitando, espontáneamente, a veces de forma simultánea, escuchados (o ignorados) por los pasajeros que de manera casual tendrán cerca, en los trayectos que puedan hacer por Terrassa hasta las ocho de la tarde.
Abre Griselda, que comienza, "me llaman mentirosa", ante dos pasajeros. Anguita la releva, con una botella de agua en la mano, ante tres mujeres, dos siguen con el móvil y la tercera parece que lo escucha. Al final, dos aplauden. Empar Sáez (que recita leyendo, como Purull; los otros lo hacen de memoria) cosecha algunos aplausos más en suspoemas. "Profunditats carnoses del teu vestit", está diciendo cuando se abren las puertas.
"Realmente te escuchan"
Los poetas bajan en les Fonts, donde pasarán al otro lado del andén para retomar la dirección hacia Nacions Unides. Es el momento de hacer un primer balance. Satisfactorio. "!Ay, que divertido! Me gusta mucho. La gente realmente te escucha", dice Sáez, que recita el libro "Quatre arbres", que hoy presenta en Amics de les Arts. "Hay quién se pone los cascos y otros que dejan de leer y te escuchan", añade Anguita. "Yo no tengo ningún tipo de verguënza", afirmará Griselda.
De Les Fonts a Terrassa Centre, va más gente en el tren. "Me conozco, pero no sé qué soy", empieza Huve entre diez pasajeros sentados, cinco por lado; todos parecen indiferentes, pero al final dos aplauden. Cuando acaba, a los mismos, les recita Nazabal, "nacer, es morir, nacer es olvidar". Los aplausos que recibe coinciden con los dados a otro poeta al fondo del vagón. A medida que avanza la tarde, con más "público" en el tren, más aplausos.
Uno de los pasajeros es el editor terrassense Josep Lluch, de Proa, un hombre importante en el mundo del libro catalán. "He escuchado a uno y me ha parecido que lo que decía estaba bien, que no era un pirado", nos comenta. Poco después, Martí Purull, gafas oscuras, comenzará a recitar "Quan dic per tu" sentado, a dos pasajeras que tiene en los asientos de delante; se levanta para acabar el poema sentado más adelante, frente a un hombre. Gertrudis escenificará un poema de celosía que acabará poniéndola de rodillas. También lo hará en el andén de Rambla, ante cuatro personas sentadas, que la mirarán en silencio. "Deben pensar que les pediré dinero." En el tren, un chico joven le aclara a a su amigo "está leyendo poesía"; "ah, es que en catalán y no la entiendo", le responde éste. Cuatro mujeres con hijab aplaudirán a Sáez. Huve, casi corriendo , casi grita "lo único que cuenta al morir es vivir el momento".
ARA A PORTADA
Publicat el 07 de juny de 2016 a les 21:47
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