Un maestro entusiasta, resiliente y contemplativo

Francesc Cima i Garrigó fue sacerdote de la parroquia del Sant Esperit durante cuarenta años, desde que llegó a Terrassa en 1959 hasta su muerte, donde se encargó especialmente de los jóvenes. También ejerció de educador y profesor en diversas escuelas, entre ellas Vedruna, y durante casi dos décadas en el instituto Ègara. Fundó las colonias de Viladoms y posteriormente prosiguió su labor con niños y jóvenes en Gisclareny. Fue asimismo uno de los fundadores de ese fenómeno de continuidad y participación que es el Concurs Bíblic de Catalunya.

El obispo Josep Àngel Saiz Meneses no llegó a conocerlo, pero en 1992, cuando era responsable de la pastoral de la UAB, se le presentó un joven de Terrassa, Pep Clotet, "que me explicó esto del Número Cinc y quién era mosén Cima. Después, con la familia Cima he tenido más conocimiento. Debe haber un 'gen Cima' que es poderoso". Del añorado sacerdote, destacó cuatro rasgos fundamentales. El primero, su condición de "hombre entusiasta, optimista, alegre, no porqué sí, sino desde la fe, la esperanza y el amor, desde una mirada teológica". El segundo, la resiliencia, esa capacidad de coger impulso en la adversidad. "Era un hombre muy resiliente, a quién le tocó vivir una época muy complicada." Pero Cima también fue "un contemplativo, un místico, y en sus libros lo expresa muy bien, de manera sencilla y profunda, un 'amigo fuerte de Dios', como Santa Teresa". Y "un maestro, de los que enseña un camino y a vivir la vida, un gran maestro para los jóvenes".