La intervención de la Guardia Civil en la sede de la sociedad de mensajería Unipost, en el número 90 de la calle Mare de Déu dels Àngels, culminó ayer con varias cargas policiales contra los manifestantes congregados frente a la empresa desde primera hora de la mañana. Agentes de los Mossos d’Esquadra utilizaron material antidisturbios para vencer el bloqueo al paso de la comitiva integrada por el secretario judicial y la furgoneta cargada con material electoral del 1-O. En algunos momentos la cifra de manifestantes superó el millar.
La tensión creció con el paso de las horas, en paralelo al aumento de la cifra de manifestantes. Lógico, previsible, si el registro duraba tanto como duró. Cientos de personas bloqueaban la salida de la comisión judicial, hasta que llegó lo que ya se antojaba predecible.
Dos horas antes, los Mossos d’Esquadra intentaron negociar con los manifestantes el desalojo de la zona para el acceso del secretario judicial por la calle de Cervantes. Los congregados respondieron negándose a abandonar la protesta y anunciando una resistencia pasiva. Finalmente, los agentes optaron por desalojar a los concentrados en el extremo con Vint-i-dos de Juliol, un grupo menos numeroso.
La operación permitió despejar esa entrada y garantizar el acceso a la empresa del secretario judicial y la furgoneta. Eran las 7.05 de la tarde. Los mossos se llevaron a rastras a manifestantes sentados en Mare de Déu dels Àngels. Hubo empujones. Llegó la hora de que saliesen guardias civiles y secretario judicial. A las 8.10, unos mossos arrancaron un bolardo, primero con maza y luego con el propio vehículo, para acceder a la calle de Joaquim Folguera, abriendo paso al coche judicial, la furgoneta con el material y otra furgoneta de la Guardia Civil. La calle del Canonge Rodó, a la que se dirigían, estaba en obras. Un grupo de manifestantes agarró las vallas y las tiró a la calzada. Los mossos bajaron a retirar vallas. Avanzaron, y en la calle de Cervantes se encontraron con personas sentadas en el suelo. Y empezó la carga, y siguió abajo, hasta que los vehículos custodiados escaparon por la calle del Notari Badia.
La tensión no menguó. A las 8.30, unas cuatrocientas personas, la mayoría jóvenes, se concentraban en el cruce de Cervantes con Giralt i Serrà. Parte de ellas intentaban bloquear la marcha de un furgón de los mossos. Este avanzaba lentamente. Golpes al vehículo, gritos de “sou mercenaris, no funcionaris”. El furgón se marchó por la calle del Notari Badia, rodeando la plaza de Ricard Camí.
Había una docena de mossos a pie allí y se vieron rodeados. Salieron hacia Giralt i Serrà, con premura pero sin correr, seguidos de decenas de personas que los increpaban. Y se metieron en un garaje.
A las 8.42 la Policía Municipal dejó circular algunos automóviles por el paseo del Vint-i-dos de Juliol desde la Rambla d’Ègara, pero aún quedaba tela por cortar. Poca, pero quedaba. No menos de siete furgones de los mossos continuaban en Mare de Déu dels Àngels. Y en la esquina con Vint-i-dos de Juliol permanecían unos cien manifestantes. Uno de los vehículos recorrió un par de metros, con algunas personas enfrente, pero no se iba. Dejó paso a un coche de la Guardia Civil que se fue paseo abajo. La gente se disolvió poco a poco. Quedaban en Vint-i-dos de Juliol con Mare de Déus del Àngels unas cincuenta personas. Un hombre gritó a los mossos que no merecían la senyera que lucían y les recomendó que se pusiesen el “picoleto”. Quería decir tricornio.
Un joven barbudo, con una camiseta contra la “estelada”, estaba en el paseo central. Unos policías lo identificaron, pero él siguió allí. Y a las nueve de la noche, móvil en mano, grabando a los que allí permanecían, gritó “Arriba España”. Llovieron gritos de una y otra parte, y un agente se llevó al joven de allí. A partir de las 9.30 toda la gente empezó a desfilar. Culminaba así una jornada de protestas.
El operativo
Los agentes de la Guardia Civil intervinieron ayer en Unipost miles de cartas certificadas con notificaciones para el referéndum del 1 de octubre. Según algunas informaciones, se requisaron 50.000 documentos. La operación fue cuestionada por representantes de Col.legi d’Advocats de Terrassa tras comprobar que la Guardia Civil irrumpió en las dependencias de la empresa sin una orden judicial. “Están revisando documentación y se están produciendo irregularidades y violaciones de derechos”, comentaron ayer a la puerta de Unipost el vicedecano Jaume Sales y el ex vicedecano Jaume Ricart. Los abogados ofrecieron asistencia letrada a la empresa como integrantes del grupo de refuerzo del Col.legi para prestar asesoramiento a personas y empresas citadas o investigadas por el 1-O, propuesta que la compañía rechazó al disponer de servicios jurídicos propios.
Una empleada de la empresa confirmó ayer que los agentes requisaron “miles de cartas certificadas” que ya estaban siendo distribuidas o bien iban a repartirse estos días. “La Guardia Civil ha revisado el material al trasluz y ha afirmado que se trataba de las notificaciones para las mesas electorales. Nosotros no teníamos ni idea de su contenido”, explicó la trabajadora, que aseguró haber presenciado momentos de tensión entre la dirección del centro y los agentes cuando aquella exigía una orden judicial que avalara la intervención.
Fuentes de la investigación informaron ayer a la agencia EFE de que el material intervenido en Terrassa es la remesa más importante vinculada al referéndum retirada en Catalunya. El envío tendría como destino a ciudadanos del área metropolitana de Barcelona. Unipost ya colaboró en 2014 con la Generalitat en la distribución de propaganda del 9-N. La empresa aseguró ayer que no conoce el contenido de los documentos que gestiona.
ARA A PORTADA
Publicat el 20 de setembre de 2017 a les 00:11
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