El recuerdo de una gran voz de los 70

Publicat el 08 de novembre de 2017 a les 20:07
Nuestra ciudad vive actualmente, aupado por la existencia de la entidad Amics de l'Òpera i la Sarsuela de Terrassa, un creciente interés por estos géneros musicales. Sería dificil, no obstante, encontrar aficionados a quienes les suene conocido el nombre de Vicenta Eixarch i Martínez. Sin embargo, esta cantante de ópera y zarzuela, que llegó a formar parte del Cor del Gran Teatre del Liceu, fue una artista de notable popularidad en la década de 1970. Era la estrella de montajes de zarzuela que solian llenar los teatros de la Sagrada Familia o el Centre Social Catòlic. Nacida en Terrassa el 7 de noviembre de 1937, Vicente Eixarch i Martínez cumplió, el martes, 80 años.

Su biografía la trazó Josep Freixas i Vivó en su libro "Musiquer terrassenc". "De su padre, 'cantaire' del Cor dels Amics, heredó la afición al canto, que se orientó hacia la zarzuela a partir del día en que por la radio escuchó 'Cançó d'amor i de guerra'", escribe Freixas en esta obra de lectura obligada para conocer el pasado musical de la ciudad y sus protagonistas. "Su padre falleció cuando ella era pequeña, de manera que su madre tuvo que llevar adelante la familia durante los años dificiles de la postguerra. El resultado de aquella situación fue que nadie encaminó la pequeña Vicenta a estudiar música. Para ella, cantar y respirar eran cosas que se podían hacer sin pasar por ninguna escuela: cantaba a todas horas entonando siempre las canciones que aprendía en la radio".

Un éxito inmediato
Así lo hizo durante su infancia y su juventud, y siguió ya de casada. Y lo hacía tan bien y con tanta pasión, que su esposo, Josep Agusí, le animó a presentarse a la compañía de zarzuela "Julián Gayarre", que se había formado en el teatro parroquial de la Sagrada Família.La compañía estaba a punto de estrenar la obra "Katiuska" "y el maestro Miquel Margarit para probarla le pidió que cantara un fragmento. Enseguida que la hubo escuchado se mostró gratamente sorprendido y le ofreció cantar el papel principal en la zarzuela siguiente". De modo que debutó con "Los gavilanes", en enero de 1970, "y consiguió un éxito tan redondo que no solamente ella se sintió reafirmada, también, en un lugar importante en los asuntos culturales de Terrassa".

"Esta joven madre de familia nos prodigó una exhibición de su maravillosa voz tanto en la media tesitura como en los agudos que los da no en falsetes sino con amplitud y además demostró poseer una calidad natural de interpretación con su voz naturalmente cálida", escribió el diario Tarrasa Información sobre su debut, calificándolo asimismo de "completo éxito y una sorpresa para los amantes del arte lírico conocer esta oculta voz que hizo las delicias del auditorio".

"Mención especial para la soprano, Vicenta Eixarch, que soportó las mejores ovaciones de la tarde, cantando con voz muy apreciable, así como con un excelente buen gusto", pudo leerse en la crítica de esta obra (firmada por "Jaume") que publicó el periódico El Correo Catalán el 30 de enero de 1970.

Eixarch dio un gran impulso a este grupo de zarzuela, con el que llevó al escenario unos catorcemontajes, de las obras más conocidas. Sin que vacilara nunca su gran vocación por el canto y el escenario. "En Terrassa hay tenores y bajos muy buenos. Lo que pasa es que no se pueden dedicar debido, quizás, a sus muchas ocupaciones. Para conseguir representar una zarzuela con dignidad hay que ensayar y, eso, se quiera o no, te priva de muchos ratos libres. Nosotros estuvimos durante tres meses y a razón de dos días por semana ensayando conjuntamente 'Los de Aragón' y 'La Dogaresa', explicaba Eixarch al periodista Manuel Viturtia, en una entrevista publicada en 1973 en el diario local. Al mismo tiempo que participaba en este grupo de zarzuela, Eixarch estudiaba solfeo con Josep Freixas, y poco después se presentó a una convocatoria para cantar en el Cor del Gran Teatre del Liceu. "El maestro Bottino, que la examinó, la aceptó enseguida, y, de repente, se sintió integrada no solo en el mundo de la música, sino en el del teatro de ópera más importante de España. Entonces lamentó el hecho de no haber podido estudiar música de pequeña, por causa de la Guerra Civil, que tantas vocaciones echó a perder".

Cuatro años en Barcelona
Durante cuatro años, Eixarch se dedicó plenamente a su labor en el Liceu. Freixas señala que se dejó absorber totalmente "por ensayos, actuaciones y viajes diarios a Barcelona". Pero cuatro años después, sería a finales de la década de 1970, y cuando ya había tenido algún papel de importante, como en "Les noces de Fígaro", se encontró en la disyuntiva de seguir aquel camino o dedicarse a la familia. Optó por lo segundo, para "atender las necesidades del hogar que, por otra parte, con el paso de los años habían aumentado". No obstante, "continuó cantando, mientras hacía las labores normales de la casa, y también siguió haciéndolo en su parroquia y en otras iglesias, entonando cánticos religiosos en las celebraciones dominicales". Cuarenta años ya han pasado desde que Vicenta Eixarch dejó los escenarios, pero aún, de tanto en tanto, se la oye cantar en casa. El canto como alegría a la vida.