Figuras femeninas en lamento permanente

Publicat el 29 de març de 2018 a les 04:00
El arte funerario es tan antiguo como la humanidad (y la principal fuente de conocimiento de sus culturas más arcaicas), y ya en las tumbas del Egipto faraónico aparece representada la figura femenina. También a través de ella los artistas han expresado el dolor de la pérdida y el sentimiento del duelo, en su creación de imágenes destinadas a espacios y edificaciones sepulcrales. En esa gran exposición al aire libre que es el Cementiri de Terrassa contamos con espléndidas obras con figura femenina, que recientemente motivaron al Museu de Terrassa la organización de un itinerario comentado. "En el arte funerario no se hacen experimentos. Siempre se va a lo seguro. Por eso en los cementerios solo veremos representaciones de la mujer típicas, dentro del ideal clásico de belleza", nos avisó la guía, Mia Pérez, ese día nuestro psicopompo (ya saben, el ser que en las mitologías conduce las almas de los difuntos a su destino definitivo), antes de dar el primer paso del recorrido en esta ocasión no hacia la ultratumba, sino hacia algunas de las tumbas con efigies de fémina más relevantes del recinto.

Las plañideras romanas
Es un ámbito que tiene tradición, cánones y tipologías propias. La más destacada, la figura de la plañidera o "ploracossos", con origen en personajes reales de la antigua Roma. Creían los romanos que, una vez fallecida, cualquier persona sigue viviendo en el más allá si alguien del acá la recordaba, "y por eso los ricos pagaban dinero a algunas mujeres para que lloraran en los entierros, y sus lágrimas las recogían en recipientes que enterraban con los difuntos". Con el paso del paganismo al cristianismo, las plañideras pasaron a ser de piedra, y se hicieron motivo habitual de la escultura funeraria. Generalmente se muestran en lamento ("plany") –una tipología–, como el que Joan Borrell i Nicolau esculpió para el panteón de la familia amiga Torrella de Sagrera.

Hay dos maneras de expresar el lamento, el interior y el exterior, y Borrell i Nicolau escogió la segunda para esta pieza en la que "las extremidades están desproporcionadas para dar más expresión de dolor"; acentuada, como sucede en otras esculturas, por los regueros como lágrimas producidas por el ennegrecimiento y el paso del tiempo. Esta figura lleva noventa años en lamento: Borrell i Nicolau la hizo en 1927 y estuvo en el antiguo cementerio del torrente de Vallparadís hasta su desmantelamiento definitivo, en 1967.

Otros tres lamentos destacables y contenidos son obra de Josep Llopart. Para la familia Vallhonrat realizó una excelente muestra de la técnica de los "trapos húmedos", esto es, que la figura lleva túnica adherida, "esculpida como si estuviera mojada, para que se aprecie bien el cuerpo". La de la familia García Barragán, lleva una rosa silvestre, "símbolo de la fugacidad de la vida", y curiosamente la hizo con pie egipcio, con dos dedos más largos que otro, quizá un simbolismo que se nos escapa. En la tercera, para la familia Calsina, destaca el preciosismo de las manos.

Hay obras que son composiciones con varias figuras, como la Piedad (una madre con su hijo en el regalo, es decir, "la expresión del dolor extremo") que Enric Monjo realizó en roca calcárea en1945 para la familia Jover. Óptimamente debe ser contemplada en un día soleado, para apreciar los juegos de luz y sombras con los que su autor
inteligentemente pensó al diseñar los pliegos y arrugas del rostro. "En origen, en el antiguo cementerio, esta sepultura era más grande, pero cuando se trasladó aquí en 1962 no dejaron traer los elementos en mal estado." Enric Monjo es conocido por su labor de reconstrucción de las esculturas de la basílica del Sant Esperit, tras la Guerra Civil.
Otro cuadro de dolor lo firma Francesc Juventeny en el panteón de la familia Salvans, con presencia de dos figuras poco habituales, María Magdalena y San Juan. Un conjunto "estéticamente muy bonito". El favorito de Mia Pérez.

Artistas terrassenses
Por supuesto que el Cementiri de Terrassa también alberga obras de figura femenina de autoría terrassense. Hay varias de Miquel Ros, que fue el marmolista de la ciudad por excelencia. Como una Inmaculada Concepción (familia Casals-Ibañez/Permanyer-Casals) que pisa una serpiente, símbolo del pecado, y de la que desaparecieron las estrellas que originalmente la acompañaban. O el bajorrelieve para la familia Comerma, en el que tres mujeres expresan otras tantas maneras de exteriorizar el dolor: la desesperación, el lamento y la conmiseración. Carlos Armiño hizo un ángel de la reconciliación para la familia Clapés, y hay que recordar que los ángeles (que no tienen sexo) "nunca expresan sentimientos o dolor, sino ataraxia (total ausencia de temores o deseos, tranquilidad absoluta). Y de los mosaicos de la fachada de la capilla no solo es terrassense su autor, Santiago Padrós, sino que además puso el rostro de su esposa, Montserrat Gascó, en figuras femeninas como las de los ángeles que con sus trompetes anuncian la llegada de juicio final.

La originalidad de Bach-Esteve
Con dos figuras con toga hechas en bronce, claras representaciones de la mujer noucentista, simbolizó el prolífico Ferran Bach-Esteve "las dos edades del alma, la juventud, y la vejez, ésta con cinturón y el cabello recogido". Bach-Esteve es un caso un tanto aparte en el recorrido, por la originalidad de sus piezas (en un nicho figura un bajorrelieve realizado en acero inoxidable, material inhabitual en este ámbito) y porque dos de ellas están en el Cementiri pero no son estrictamente arte funenario. Una Virgen María en levitación, hecha y donada a iniciativa del propio artista, tiene carácter de monumento a las víctimas de la Riuada de 1962. Y su "Repòs", en memoria de los combatientes republicanos, estuvo instalada en el Parc de Sant Jordi y la plaza Maragall, y sufrió tantos ataques y decapitaciones que finalmente se instaló, como la anterior, en la parte del antiguo cementerio civil. Allí donde, en los años posteriores a la Guerra Civil, eran enterradas las prostitutas, las madres solteras, los suicidas y otros ciudadanos que "no podían enterrarse cristianamente".

No hay, en el Cementerio de Terrassa. ninguna figura femenina de autoría femenina. Y en todo el recinto, una única obra hecha por una artista, con la que finalizó este recorrido: el panteón municipal de Terrassa, cuya remodelación realizó en 2005 Elisa Bassiner. Con una estructura totalmente inusual, y material de cerámica, Bassiner rehizo el espacio que acoge las cenizas de Josep Soler i Palet, Joan Bareny, Benito Martínez y Joan Fortuny.

Libros para saber más

"El jardí de la memòria. El cementiri de Terrassa", de Ana Fernández. Funerària Municipal de Terrassa-Ajuntament de Terrassa, 2006.

"Miquel Ros. Art i Ofici", de Ana Fernández. Fundació Torre del Palau, 2012