Son una excelente herramienta terapéutica pero mal utilizados comportan consecuencias negativas. Tomar antibióticos sin prescripción médica puede resultar perjudicial, tanto para la propia salud del paciente como para los demás.
La comunidad científica insiste en la importancia de ser rigurosos a la hora de consumir antibióticos pues su mal uso puede repercutir en la salud y en su eficacia. En Catalunya sólo el 50% de estos medicamentos que se administran se utilizan correctamente. Precisamente ahora se celebra la Semana Mundial de la Concienciación sobre el Uso de Antibióticos, que pretende sensibilizar sobre la amenaza que la resistencia a estos fármacos supone para la salud pública. No automedicarse, cumplir el tratamiento prescrito y mantener unos hábitos higiénicos son algunas pautas personales a seguir para evitarlo.
Cada año, las infecciones provocadas por bacterias resistentes causan la muerte de alrededor de 25.000 personas en la Unión Europea y de unas 700.000 en todo el mundo. Si este fenómeno no se frena, la resistencia de los microorganismos a tratamientos antibióticos supondrá una gran amenaza mundial. Intervenciones como el trasplante de órganos o la cirugía mayor (las cesáreas u operaciones de prótesis de cadera) pueden llegar a ser de alto riesgo.
“Llegará un día en que cualquier persona podrá comprar penicilina. Entonces existirá el peligro de que un hombre ignorante pueda tomar con facilidad una dosis insuficiente de antibiótico y que, al exponer sus microbios a cantidades no letales del fármaco los haga resistentes”, dijo el doctor Alexander Fleming en su discurso cuando recibió el premio Nobel de Medicina en 1945. Han transcurrido casi ocho décadas y su predicción ya se está cumpliendo.
Sólo efectivo para bacterias
Los antibióticos son fármacos que se utilizan para combatir las infecciones causadas por bacterias. Sin embargo, no tienen ningún efecto contra los virus. Aunque en ocasiones las manifestaciones clínicas puedan ser similares (un resfriado común o la gripe) los médicos deben realizar un diagnóstico acertado pues cada agente infeccioso debe ser tratado con un fármaco específico.
Según el doctor Jesús Oteo, médico especialista en microbiología clínica y científico, “los antimicrobianos disponibles se pueden clasificar en antivirales, antiparasitarios, antifúngicos y antibacterianos”. El científico subraya que los antibióticos son fármacos antibacterianos, pero no tienen actividad frente a las infecciones, algunas muy frecuentes, producidas por virus, hongos o parásitos. El resfriado o la gripe, tan habituales en esta época del año, están causados por virus y, como confirma la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, la mayoría de infecciones respiratorias no requieren el tratamiento con antibióticos. Es frecuente que cuando la persona se sienta mal, con dolor de garganta, moqueo nasal o fiebre, recurra a estas pastillas que le sobraron de un tratamiento anterior, propio o de algún familiar. Pero la posibilidad de que esta automedicación sea correcta es ínfima, según los expertos, porque se desconoce si es una infección bacteriana, o en caso de serlo qué bacteria la provoca; porque es inhabitual incumplir la posología (la cantidad a tomarse al día y a qué intervalos de tiempo, y porque la duración del tratamiento es incompleta ya que se limita a las pastillas disponibles. Por tanto el mal uso que se hace de los antibióticos provoca que no funcionen con tanta eficacia como antes.
ARA A PORTADA
Publicat el 22 de novembre de 2018 a les 04:00
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