El recuerdo al gran "titellaire Didó"

Publicat el 07 d’abril de 2016 a les 04:00
Nuestra ciudad cuenta con una plaza que lleva el nombre de Ezequiel Vigués Didó (Terrassa, 1880-Barcelona, 1960). En 2010 se cumplieron por tanto cincuenta años de su fallecimiento, pero en la ciudad no hubo ni un solo acto que recordara a una de sus máximas figuras de las artes escénicas, y auténticomito y maestro del teatro de títeres. Sí los hubo enVilanova i la Geltrú, localidad donde solía acabar sus temporadas artísticas, y donde se desarrolló un auténtico homenaje ciudadano, con participación de diversas instituciones y entidades.

Estuvo impulsado por la compañía Titelles Guinyol Didó, que representó cinco de sus obras en el Foment Vilanoví. Además, hubo exposiciones de fotografías y de sus títeres originalescedidos por el Museu de l'Institut del Teatre de Barcelona.

Titelles Guinyol Didó es la compañía fundada por Ramon Sánchez i Martí, quién fue discípulo directo de Ezequiel Vigués i Mauri, alias Didó , y de su esposa y compañera artística, Teresa Riera, también terrassense. Con ellos comenzó, con sólo 6 años, su formación teatral y escénica. Con Teresa Riera tuve el honor de trabajar cuando quedó viuda. A partir de 1960 la acompañé como ayudante en centenares de representaciones por todo el territorio catalán y la Catalunya Nord , explicó Ramon Sánchez a este diario. Además de escribir e interpretar sus propias comedias de títeres, su compañía sigue representando las obras que Ezequiel Vigués Didó escribió tanto para público infantil como adulto.

Elogios de Fábregas y Guasch
En su conjunto, la obra de Didó constituye uno de los ejemplos más ricos y notables de un género popular que, hoy, en un momento de nuevo auge, ha sufrido transformaciones muy profundas. Así, al lado de su valor intrínseco, adquiere para nosotros un inapreciable valor de testimonio , escribía Xavier Fàbregas, el gran historiador del teatro catalán, en el prólogo del libro Teatre de Putxinel·lis , publicado en 1975 por Edicions 62 y que agrupa una selección de obras del artista terrassense. También Sebastià Guasch, estudioso del espectáculo catalán, escribió grandes elogios de Didó y sus títeresmagistrales.

Subraya asimismo Fàbregas que el afán moralizador de las piezas de Didó no toma en ningún momento un acento molesto, ni interrumpe la acción de sus comedias. Se resume, eso sí, en la derrota final de los que se oponen a los sentimientos desinteresados y nobles, principalmente el demonio una derrota espectacular, con despliege de llamas infernales .

La biografía de Ezequiel Vigués es de una notable singularidad. Sus padres regentaban La Taverneta, un establecimiento de bebidas cercano a la calle del Teatre. No había cumplido el año cuando falleció sumadre su padre lo puso al cuidado de una dida , y de ahí el apodo artístico que escogería años después. De pequeño fue un chico entremaliat y le gustaba ir a ver las representaciones de títeres que Joan Barques, Joanet , hacía en un almacen de la plaza de la Creu Gran de Terrassa , explica Sánchez, conocedor de los entresijos y de muchos datos y anécdotas inéditas de la vida de su maestro. Fue al colegio de los Germans de la DoctrinaCristiana de la calle del Nord y, al ver que los estudios no funcionaban, el padre lo envió a Barcelona a buscar trabajo por medio de unos tíos.

En 1907 marchó a París y comenzó su vida azarosa y bohemia, de la que aún está por escribir una biografía en profundidad. Viviendo entre la capital francesa y Londres,Vigués se relacionó con artistas y con la primera bailarina del Liceu, Teresa Boronat. Tras diversos empleos y peripecias, en 1927 abrió una escuela de danza enMontmartre, y al año siguiente un cabaret flamenco en Pigalle, el Sevilla, que fue visitado por Manuel de Falla, Josep Clarà y Ignacio Zuloaga.

El fracaso de estas aventuras empresariales hizo que, en 1930, tomara un barco hacia Santiago de Chile, donde tenía conocidos. Pero al llegar a Panamáse lo pensómejor y decidió volver a París. En la vuelta, sin embargo, sucedió un hecho quemarcaría el resto de su vida. Durante el viaje, pasó mucho tiempo como espectador de un teatro de títeres y, a los 50 años, decidió que esta era su vocación. En una ocasión dijo: Mi vida ha sido un fracaso sólo he triunfado, una vez anciano, en volver a la infancia. Así pues, en ese1930 debutó como titiritero en el Parc de Montsouris de Paris. Al año siguiente se trasladó a Barcelona con sus títeres.

En 1932 se estrenó en el Cercle Artístic de Sant Lluc y comenzó a relacionarse con artistas y pintores. Allí también representó obras deMolière y algunas que el poeta Ramon Vinyes escribió especialmente para sus títeres.

En 1934, en el mítico bar de Els Quatre Gats de Barcelona,Vigués conoció a la que, desde entonces, sería su compañera inseparable, esposa y ayudante titiritera: la terrassense Teresa Riera . Se presentaban como Didó i Teresina .

Espectáculos itinerantes
La Guerra Civil marcó un paréntesis en su trayectoria. Pero a partir de 1939 reemprende sus actividades en castellano y bajo la censura franquista, aunque a partir de 1946 se permitan representaciones en catalán a condición de que vayan precedidas del original en castellano. En 1941 inauguró un efímero teatro estable en la desaparecida avenida de la Llum de Barcelona: el Club de los Niños.

A partir de 1944 Didó i Teresita actúan como Guinyol Didó de manera itinerante por todaCatalunya. A principios de 1950 habían establecido el siguiente circuito de representaciones: se iniciaba el Sábado de Gloria en Tarragona, se extendía por una quincena de poblaciones y acababa en Vilanova i la Geltrú a mediados de noviembre, coincidiendo con la feria. El teatro, desmontable, quedaba almacenado enVilanova y los títeres se iban a Barcelona al piso de sus amos, donde eran reparados o restaurados por Teresa Riera durante los meses de invierno.

En vida, las obras y la figura de Didó gozaron de una enorme popularidad. Sus espectáculos eran comentados con elogio en la prensa catalana y extranjera , recuerda Sánchez. Fue además todo un pionero del género. Introdujo en nuestro país el títere lionés, de manipulación diferente al títere catalán, y sus representaciones se caracterizaban por una gran interacción con el público.

Didó dominaba una variedad de voces que le permitían dar vida a sus títeres sin utilizar la lengüeta, que reservó para los años finales, cuando le fallaban las fuerzas.