De centro comercial a inmueble fantasma

En plena fiebre olímpica el Institut Català del Sol construyó un edificio en el extremo norte de la ciudad, al pie de la carretera de Matadepera, con la intención de darle salida como espacio comercial. Era 1992 y nunca llegó a utilizarse, ya que ninguna empresa se presentó a los concursos.

Nueve años más tarde, en 2001, la Generalitat le dio la primera utilidad al edificio destinándolo a almacén de las ludotecas. El siguiente inquilino fue la Federació Catalana de Fútbol, que se instaló en uno de los locales del edificio.

Así fue durante varios años, aunque en la Generalitat de la época no parecían tener constancia. En 2007, a preguntas de CiU, el conseller Francesc Baltasar, titular en el tripartito de Medi Ambient i Habitatge y responsable del Incasol, aseguró en sede parlamentaria que su departamento no tenía "constancia documental de ningún local alquilado a la Federació Catalana de Fútbol en el Pla del Bon Aire de Terrassa". La polémica política se sumó entonces a una larga lista de rifirrafes entre administraciones y a los episodios de reivindicación vecinal.

Durante años los vecinos del Pla del Bon Aire reclamaron que el edificio se destinara a equipamiento para los niños y los jóvenes del barrio. De hecho, en 1994 el entonces director general de Acció Cívica, Lluis Cleries, se comprometió a acondicionar los locales como casal de jóvenes y a ceder uno de ellos a la Federació Catalana de Futbol.

Finalmente solo cuajó el segundo compromiso. El casal juvenil quedó truncado con la salida de CiU del Govern en 2003.

Más tarde se barajó la posibilidad de que se fuera residencia para la Tercera Edad e incluso se diseñó el proyecto. El edificio figuró también entre las alternativas para el albergue de las personas sin hogar, que finalmente se instaló en 2013 en el edificio del Condicionament Terrassenc. Y como sede de AVAN, que colgó su logo, pero por falta de recursos para la adaptación de edificio jamás se ha instalado.w