En Grecia, la novela "Jo confesso" del escritor terrassense Jaume Cabré, lleva ya doce ediciones y unos veinticinco mil ejemplares vendidos, y es uno de los best-sellers del momento en el país helénico. De ahí que el Institut Ramon Llull aprovechara la estancia en Barcelona del traductor, Evriviadis Sofós, para organizar en su sede una conversación entre ambos, que como era de prever fue una rica y amena confluencia de reflexiones y anécdotas sobre la literatura (la de Jaume Cabré, y en general) y las dificultades y satisfacciones de pasarla a una lengua distinta a aquella en que se escribió.
"El público griego ha acogido muy y muy bien 'Confiteor' (título del libro en griego), que ha generado muchos artículos en periódicos y revistas. Quizá porque Grecia es un país caótico, ha gustado el entrecruzamiento de las historias,y la intriga", explicó Sofós. Cabré estuvo en la feria del libro de Salónica, y quedó efectivamente impresionado "por el interés tan vivo de la gente, tanto que te emociona", recordó. El escritor habló de "Jo confesso" en una sala "absolutamente llena, con gente en el suelo, y les mirabas a los ojos y les veías muy contentos de estar escuchándote. No me lo esperaba. Me recordó mucho el entusiasmo que encontré en Polonia", otro país donde la novela ha sido un éxito masivo.
La clave del triunfo griego de Cabré pareció tenerla un asistente. "La he leído en griego, y está muy bien traducida. El estilo, que es lo más importante de Cabré, está muy logrado, que es lo importante", dijo desde la última fila. "Su éxito en Grecia se debe a que es un autor que escribe un tipo de novela que allí gusta mucho: intrincada, con numerosos personajes, tochos de quinientas páginas. Por el tipo de público lector de Grecia, creo que estaba destinado a tener éxito allí."
Con el autor en Matadepera
El traductor griego de "Jo confesso", que también lo fue de la anterior novela de Cabré, "Les veus del Pamano", y ha traducido otros autores catalanes (Quim Monzó, Sergi Pàmies, ahora está con "La Bíblia valenciana", novela de Rafael Tasis pionera del género policiaco) es un hombre de 43 años nacido en la isla de Lesbos y que ahora reside en Atenas, y que curiosamente comenzó a aprender el catalán cuando vivía en Granada. "Hay un departamento de lengua catalana en la universidad de Granada, y ahí empecé a estudiarlo porque quería hacer estudios en Barcelona. Para mi Catalunya era un país exótico, una tierra nueva, y traduciendo a Cabré he descubierto y he aprendido muchas cosas de Catalunya."
Sofós habla un catalán casi pefecto, sin acento apenas, y responde a las exigencias que Cabré señala para el buen traductor: "ser muy buen escritor en su lengua y, por tanto, tener sensibilidad para captar los matices, y olfato para los elementos que no acaba de entender. Los traductores saben que los diccionarios no lo dicen todo". En este caso, además, no dicen nada, porque todavía no existe un diccionario de griego moderno-catalán. De modo que Sofós tuvo que tirar de los castellanos, ingleses y franceses. y investigar, con la dificultad añadida que el griego se escribe en un alfabeto distinto, el suyo propio.
En Matadepera, se encontró con Cabré, quién le leyó los nombres de los personajes "para ser fiel también a los sonidos". El vocabulario relacionado con la música le suponía un problema, porque el griego no tiene palabras para denominar las distintas partes del violín. Pero, un día, mirando por la ventana de su casa vió un chico que lo tocaba. Al día siguiente, se lo encontró por la calle, lo paró, le explicó, y con su ayuda "encontré todas las palabras relacionadas con el violín".
Otro escollo: el vocabulario de la Iglesia católica, ya que Grecia es un país de mayoría ortodoxa. "Tenía que hallar una manera de hacer la correspondencia. Y en la iglesia católica de Atenas encontré un señor de Zaragoza, al que no conocía, y fue el quién me dio las palabras."
Prohibido mentir y blasfemar
"El que traduce literalmente es un mentiroso, y el que añade, un blasfemo", dice el Talmud, y el director del Institut Ramon Llull, Manuel Forcano, aprovechó la cita de este gran libro del judaísmo para preguntar a Sofós hasta que punto había sido lo uno y lo otro con "Jo confesso". Respondió que es partidario de respetar al máximo el original, y su manera de construir las frases, "aunque en griego no puede existir una frase de toda una página, como a veces en 'Jo confesso', y la tuve que cortar, pero ello tampoco es muy importante".
En su opinión, un traductor ha de tener "un deseo de creatividad, las ganas de generar un texto nuevo. Entre él y el original está tu traducción, y has de flotar entre las dos cosas. Ahí está el misterio de la traducción". Y, sobre todo, no escaparse de lo que está en las líneas escritas por el autor. Evitar la tentación de mejorarlo. "Si alguna cosa no se entiende o no tiene una correspondencia exacta, sí debemos hacerlo más obvio o natural en griego, pero sin intervencionismo. No 'mejorar' sino aclarar. Mi trabajo es respetar el original y pasarlo del catalán al griego". De ahí que "Confiteor" incluya notas aclaratorias a pie de página, y, al final, fuera del corpus del texto, todas las palabras que incluye en lengua extranjera, donde al lector griego se le explica, por ejemplo, que es el Tibidabo de Barcelona.
ARA A PORTADA
Publicat el 26 de juliol de 2017 a les 20:22