La alimentación, clave en la salud mental 

Publicat el 09 d’octubre de 2017 a les 19:23
Aunque cada vez exista una mayor conciencia social sobre la importancia que tiene llevar una alimentación saludable, no es lo más frecuente que se tengan en cuenta las comidas diarias cuando se habla de salud mental. Sin embargo, el tipo de alimentos que consumimos sí que pueden influir en procesos de ansiedad o depresión, según los expertos. El binomio dieta-salud es, precisamente, uno de los que aborda el Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra hoy.

La depresión es uno de los grandes problemas de salud mental. En España, según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 5,2 por ciento de la población sufre de esta enfermedad, lo que supone un total de más de dos millones de personas.

En cuanto a la depresión hay estudios que han demostrado que, en sólo diez días, seguir una dieta mediterránea mejora la sensación de felicidad, lucidez, cognición y memoria, al tiempo que reduce la sensación de turbación y desconcierto. Así lo constataron especialistas de Super Premium Diet, el servicio de asesoramiento nutricional en farmacias del Grupo NC Salud.

Por el contrario, la dieta occidental rica en carbohidratos refinados, fritos, alcohol y productos azucarados se ha asociado a mayores índices de ansiedad y depresión. Esto se debe a que no se aportan aquellos nutrientes como vitaminas, minerales, antioxidantes o fibra que han demostrado contribuir al normal funcionamiento del sistema nervioso y al bienestar psicológico.

Lo que comemos no sólo depende de lo que nos demande nuestro organismo en cada momento, sino que además la elección de alimentos responde al estado emocional, a nuestras motivaciones, etcétera.

Si tenemos dificultad para regular emociones negativas o sufrimos estrés es más probable que aumentemos de peso al incrementar las calorías totales que ingerimos cada día. Y también es más probable que sucumbamos a los atracones.

Equilibrio
"Debe fomentarse el equilibrio emocional, evitando canalizar las emociones negativas en la comida y asegurando ingestas cuyos objetivos sean meramente nutricionales, en cantidades adecuadas al gasto energético diario y a las señales de saciedad que cada cuerpo origina", explica Carlos Fernández, director médico del Grupo NC Salud. Las dietas afectan al estado de ánimo de las personas por el deseo de ingerir aquellos alimentos que no están permitidos y porque hay dietas muy restrictivas que no sacian.

En el primer caso, la evidencia científica ha demostrado que las personas que evitan comer ciertos alimentos tienen más síntomas de depresión. Por tanto, si seguimos una dieta debemos tratar de mantener una relación saludable con determinados alimentos haciendo un consumo moderado de los mismos. Así se evita la sensación de prohibición y las posteriores posibles ingestas compulsivas.

En el segundo caso, conviene que la dieta esté adaptada a las necesidades de cada persona y que tenga una restricción calórica sostenible en el tiempo. Un déficit calórico demasiado grande hará que estemos hambrientos y fatigados.