Adopció i autisme en primera persona

Publicat el 14 de maig de 2020 a les 21:14
Amb motiu del Dia Internacional de les Famílies publiquem un escrit en primera persona sobre l’adopció d’un infant amb Trastorn de l’Espectre Autista (TEA). Reflecteix tota la complexitat d’un procés així, a la vegada que transmet també el conjunt de pors, inquietuds, sentiments i emocions que l’acompanyen. El text ha estat facilitat pel Servei d’Adopcions d’Infants amb Necessitats Especials de la Fundació IRES i el publiquem en castellà per respectar la llengua amb què l’han escrit els autors.  També respectem l’anonimat de la família, signant només amb els noms de pila.

SEGURAMENTE ya sabréis dónde empezamos este camino. Estábamos parados uno frente al otro, mirándonos, y sabíamos que un camino se cerraba. No íbamos a poder tener hijos biológicos, y ahí, en ese momento nos preguntamos si todo el esfuerzo que deberíamos hacer para tener un hijo biológico realmente valía la pena, si era nuestro destino traer niños al mundo o si íbamos a ser completamente felices siendo dos.

Nos miramos y supimos que seríamos felices, que nuestro amor va más allá de esto, y en ese momento tuvimos la certeza de que él/ella llegaría a nuestras vidas para complementarnos y formar nuestro todo.

Investigamos, escuchamos, nos escuchamos, nos cuestionamos, nos pusimos al límite, y en ese mar de información, encontramos las adopciones especiales.

Debo decir que por mi trabajo ya sabíamos lo que nos esperaba y sí, es más duro; sí, es más difícil; sí, es más comprometido, pero vale la pena.

Ahí comenzó esta aventura de interiorizarnos, aún más, en el mundo de la discapacidad.

Todos los caminos nos llevaron a plantearnos los diferentes tipos de discapacidad. ¡Uff! Es difícil decidir esto sí o esto no, pero hay que ser realistas con lo que estamos dispuestos a afrontar. Eso es fundamental: ser sinceros con vosotros mismos, con la trabajadora social, con la psicóloga, con el educador, con todos los que te van a cuestionar los motivos que te llevaron a este punto, con los que te van a cuestionar si lo haces por los motivos correctos, porque es necesario que sepan que esto no es fácil.

Y una de las discapacidades que barajamos fue el autismo.

Y preguntamos a psicólogos, psicopedagogos, hablamos con personas maravillosas que nos miraban con ojos desorbitados por el asombro de que estuviéramos dispuestos a meternos en este camino, miramos videos de familias que viven con el autismo, fuimos a centros especializados, nos preguntamos qué vida llevaría, nos preguntamos si éramos capaces de tolerar la discriminación (cada vez menos) que sufriría nuestro hijo/a, si éramos capaces de ponerle voz.

Después de todo ello, nos dimos cuenta que no importaba el tipo de discapacidad, sino que importa y mucho el punto de conexión que tendría con nosotros, con nuestro mundo, con nuestra historia… Y ahí llegamos…

Autismo, nuestro peque tiene rasgos autistas, retraso en el desarrollo del lenguaje y no sé cuántas cosas más. En el proceso de idoneidad tuvimos que leer mucho sobre el tema, ver vídeos, escuchar testimonios, buscar ayuda para saber de qué se trataba… Porque el autismo da miedo, y no está mal tener miedo, porque el miedo te hace reaccionar y buscar, adquirir conocimientos, y el conocimiento te da las herramientas para combatir esos miedos, saber que la persona que más quieres en el mundo lo padece, te hace perder todo atisbo de lógica en la vida y bajo ningún concepto le quieres ver sufrir.

¿Qué decirles? Es doloroso pensar que nuestro hijo aún no pronuncia más de 5 palabras y no sabemos si algún día dirá algo más que mamá y papá. Que ama la luna pero no llegará a ella, o si ni siquiera sabrá lo que es… ¿O sí? O que ama con locura las grúas y nunca podrá conducir una de ellas. ¿O sí? Tampoco construirá el puente más largo del mundo. ¿O sí? O que simplemente logrará sacarse los calcetines solo. ¿O sí? Es una gran interrogante.

ÉL es esa gran interrogante que amamos con locura.

Pero cuando ves que es feliz con una simple canción de cuna se te olvidan todos esos interrogantes y no importan. Se te olvidan, pero también está claro que entran miedos como: ¿qué tipo de vida llevará?; ¿Quién lo cuidará cuando ya no estemos?; ¿Podrá calzarse los zapatos solo? ¿Logrará algún día perderle el miedo a hacer caca o pipi?… Pero todo eso también se te olvida cuando te dice «mamá» o te busca para tirarse a tus brazos.

¡Pasamos horas delante de una obra solo porque a él le emociona ver las máquinas trabajar! Ves esos ojos maravillosos llenos de alegría solo por poder estar cerca de ellas.

O ves en YouTube los mil dibujitos de Mic unas 1.500 veces o los dibujos de tractores o las exposiciones de trenes en miniatura o las quedadas de camiones, grúas, aplanadoras -todo en miniatura- que no sabíamos que existían… Vamos, que hemos descubierto un mundo nuevo.

Esfuerzo

Es cariñoso, obediente, risueño, miedoso, protector, alegre, tozudo, intenta de todas las formas hacernos felices y eso lo agradecemos porque sabemos el enorme esfuerzo que hace diariamente.

Nuestras familias ven el rayo de luz que desprende, nos une, nos alegra, nos hace llorar de la risa, nos hace llorar de la emoción cuando intenta algo que a él le supone un esfuerzo importante, nos hace llorar de frustración cuando intenta, intenta e intenta y no lo logra, pero lo vemos, lo vemos a él, un niño, un niño que está creciendo y formándose, que está creciendo dentro de nuestra familia, que lo amamos más que a nuestras vidas… Es ese amor incondicional, ese amor de madre y padre que no sabíamos que se puede sentir hasta que lo vives.

Somos conscientes de que él viene con mucho «trabajo hecho», es decir ya tenía el diagnóstico y eso ayuda a avanzar muchísimo porque el saber qué camino es el indicado ayuda mucho a perder ese miedo. Muchos papis sufren por no saber que le sucede a su peque, nosotros hacemos el duelo antes, y cuando llega ya sabemos qué camino tomar, eso es muchísimo.

Sin duda, queremos agradecer a esas familias que abren su casas, su corazón, y les dan su vida a estos pequeños valientes que llegaron a la vida de la peor manera, siendo abandonados. Pero con su ayuda empiezan a sentir el calor de un hogar, gracias.

Y a las Fundaciones que nos dirigen en este camino tan difícil: muchas veces nos ponen en situaciones complejas, en las que te dan ganas de abandonar, pero nos enseñan que para poder llegar a ser los padres que necesita nuestro peque, debemos tener nuestras expectativas muy bien calibradas, sino, no lograríamos ser felices ni ser unos buenos padres para él.